jueves, 16 de junio de 2011

Demolición del puente en Urdesa para construir otro

Sobre una barcaza en el estero Salado se ubica una máquina piloteadora.

Es el equipo que se usará para hincar los pilotes que soportarán al nuevo puente de Las Monjas, en Urdesa, norte de Guayaquil.

El tránsito sobre el puente está cerrado desde diciembre pasado. Las bases no soportaron una maquinaria destinada a su reforzamiento. La estructura se hundió.

Desde esa fecha, el tránsito en la zona, especialmente en las horas pico, se torna caótico. Los carros deben tomar la calle Juan de Dios Martínez Mera, para buscar opciones de salida. El puente Las Monjas conecta hacia y desde la av. Carlos Julio Arosemena, punto de salida hacia la vía a Daule.
En la avenida Manuel Rendón, el ruido de dos taladros contrasta con el ambiente que existía por la ausencia de tráfico. Junto al puente, cuatro obreros trabajan sobre unas enormes vigas. Son parte de las 20 que fueron retiradas del puente, construido hace 18 años.

Una malla y un letrero de prohibido el paso anuncian que no se puede ingresar por allí. Unos metros más adentro, todavía está el último pedazo de la losa del viaducto que está por ser retirado.

En principio, el Municipio contrató obras de reforzamiento y reparación del puente, debido a daños por las condiciones del terreno, por USD 609 000. Los trabajos se iniciaron el 16 de noviembre del 2010.

Pero 21 días después (6 de diciembre), cuando la estructura colapsó, obligó a cambiar la planificación y el contrato. Ahora la obra, totalmente nueva, costará USD 960 000 y tendrá un plazo de entrega de 10 meses.

Según Jorge Berrezueta, director municipal de Obras Públicas, los 24 nuevos pilotes que se construirán serán hincados a una profundidad de 30 a 34 metros. Los anteriores estaban a 19 metros.
La compañía Pilotes Franki, encargada de la obra, finalizó el retiro de las 20 vigas que sostenían la losa. Y ya prepara la fabricación de los 24 nuevos que soportará la nueva infraestructura. Los trabajos serán según la marea.

Hasta enero del 2012, cuando deberá estar terminada la obra, los vecinos y quienes circulan por el sector, a pie o en carro, deben adaptarse a los cambios.

Olga Rivadeneira ya no va con frecuencia al Centro Comercial Aventura Plaza donde solía ir, caminando, a tomar café o comer algo. Vive al otro lado del puente. Una opción es ir en carro dando la vuelta por el Centro Comercial Albán Borja.

Walter Saltos, quien habita junto al puente demolido, reclama una mayor presencia policial. Denuncia que por la noche los delincuentes rondan los vehículos parqueados fuera de las casas.

El tránsito presenta dificultades en las llamadas horas pico. A las 07:30, 12:30 y 17:00, la circulación vehicular es controlada por los vigilantes.
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