lunes, 30 de julio de 2012

Pedalearon a favor del Salado

El Ministerio del Ambiente y varias asociaciones de ciclistas realizaron un ciclopaseo para incentivar el cuidado del Estero

Alrededor de 150 personas se dieron cita, la mañana de ayer, en la plaza Rodolfo Baquerizo Moreno, ubicada en la Av. 9 de Octubre y Tungurahua, para participar en el primer ciclopaseo “Guayaquil Ecológico”, organizado por el proyecto del mismo nombre y el Ministerio del Ambiente (MAE).

Con el objetivo de fomentar actividades conservacionistas e incentivar a la ciudadanía a cuidar y proteger el Estero Salado, el evento se desarrolló en conjunto con 8 asociaciones de ciclistas aficionados, como Guayaquil en Bici, Guayacán Sportcycke, Ciclistas sin Fronteras, Amigos del Estero, Facebook Cyclists, Ciclistas de la Calle, Chayanga Explorer, entre otras.

Santiago García, gerente del Proyecto Guayaquil Ecológico, informó que este es el primer trabajo que se realiza con el apoyo de los ciclistas. “La idea es trabajar con las asociaciones más seguido y que más adelante realicemos otras actividades para rescatar y preservar el Estero”, sostuvo.

Mónica Solano, integrante del grupo Amigos del Estero, detalló que ella, junto a sus demás compañeros, asistieron con el fin de mostrar las diferentes actividades que realizan a favor de la conservación del Estero Salado.

Este grupo no solo es aficionado al ciclismo sino que también realiza distintos proyectos para la descontaminación del Estero, a través de jornadas ecológicas, charlas ambientales, talleres, foros y mingas de limpieza.

“Nuestra idea es que este brazo de mar se recupere y que la gente pedaleando, poco a poco, haga conciencia y  sepa lo que realmente pasa con el Estero y apoye su conservación”, enfatizó Solano.
Mientras que Hugo Fiallos Letamendi, quien por primera vez asistió al ciclopaeo, expresó que de esta manera se enseña a la ciudadanía a cuidar el medio ambiente.

“Muchos que nos ven pedalear toman conciencia y ven lo importante que es coger una bicicleta un día y dejar de utilizar el automóvil, ya que de ese modo protegemos y no hacemos más daño al ecosistema con el humo de los carros”, dijo.

El ciclopaseo recorrió alrededor de 13 kilómetros por calles circundantes al Estero Salado. Transitó desde la calle Tungurahua para luego seguir por Cuenca, la 29 ava, Gómez Rendón, Puente Patria y Av. Barcelona, donde los ciclistas hicieron un descanso para proveerse de agua. Luego siguieron por el puente El Velero, Clemente Ballén, Carchi y la Av. 9 de Octubre.

Continuaron por el puente 5 de Junio, la Av. Carlos Julio Arosemena, Las Monjas, Víctor Emilio Estrada, Av. Kennedy, San Jorge, Plaza Dañín, Rodrigo Chávez González, pasando por el puente Ecológico hasta llegar, luego de 2 horas, al Bosque Protector de la Kennedy, donde se realizó una feria ecológica.

Allí, se efectuó una jornada de exposiciones de los ministerios que mantienen un acuerdo interinstitucional con el MAE, como  el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, Ministerio de Inclusión Económica y Social, Ministerio de Salud, Ministerio de Educación, Dirección Nacional de Espacios Acuáticos y Gobernación del Guayas, que buscan aportar ideas en el Proyecto Guayaquil Ecológico.

La feria, además, contó con la participación artística de talentos nacionales, quienes han demostrado su compromiso con la labor de esta cartera de Estado. Asimismo, se desarrollaron actividades para fomentar la buena disposición de los desechos sólidos.

Una exposición tipo sendero, que contó con 4 estaciones, mostró a los asistentes la flora y fauna del Estero, el antes y el después, así como los planes para su conservación, entre estos el reciclaje, la oxigenación forzada, remoción de palafitos y bioremediación  de bacterias, según explicó Eva Rigaíl, guía del sendero ecológico.

“De esta manera damos a conocer lo que la ciudadanía no sabía del Estero”, puntualizó Rigaíl.
por  Cinthia Herrera / Guayaquil 

domingo, 15 de julio de 2012

Muelles Habitables:“La recuperación ambiental del Estero Salado de Guayaquil es posible”

Proyecto galardonado a nivel internacional, que fue ideado con la firme convicción de generar responsabilidad urbana, satisfacer las necesidades de los habitantes de dicho sector de ‘La Perla del Pacífico’ y dar un real sentido de identidad a la urbe porteña.
 

Una de las dificultades urbanas más críticas que existen hace 60 años en Guayaquil son las invasiones en el Estero Salado, problemas que han ido en aumento a causa del relleno incontrolable de extensas zonas del estero, para luego proceder a la construcción de viviendas hechas con palafitos, en las cuales habitan personas en precarias condiciones. Esto ha hecho que se pierdan 71 hectáreas de zona albufera en la ‘Perla del Pacífico’, afectando gravemente al ecosistema y poniendo en riesgo la salud y vida de los invasores.

Para tener una idea más clara de la problemática causada por las invasiones en el Estero Salado y conocer una innovadora solución a ese inconveniente, conversamos con el Arq. John Dunn, Director de Diseño Arquitectónico, DUNNAR Aleph Arquitectura, quien analiza y pone en práctica a la arquitectura como herramienta que brinde reales soluciones a problemas urbanísticos de las principales ciudades del país.

Dunn, desde su etapa de estudios universitarios y por consiguiente en su tesis de grado, manejó y trabajó en una tipología,  que buscaba integrar o generar espacios sintéticos que abarquen el evento natural como tesis y al evento urbano como antítesis, dando como resultado la creación de un espacio a modo de síntesis. De esta conceptualización se generaron las ideas para los primeros muelles habitables.

Primera etapa del proyecto

“Al elaborar mi tesis en primera instancia planteé la creación del proyecto “Muelles habitables” en el barrio de El Astillero, sitio donde se buscaría resucitar la actividad portuaria de Guayaquil aguas arriba, dar un foco de crecimiento o recrecimiento al centro hacia el sur y poder satisfacer cierta conectividad del puerto de la ciudad a otros puntos de la urbe pero a través del río, generando así transporte fluvial no solamente de personas sino también de cargas. Esto partía de un punto muy importante, la mantención como alternativa del sistema de transporte no solo en Guayaquil sino en la cuenca del Guayas, porque ha sido la carretera natural de esta región del país y resulta absurdo decir que el río Guayas y sus afluentes no son navegables; se vuelven transitables si nosotros deseamos mantenerlos como tales”, indica Dunn, quien agrega que “debo agradecer el apoyo que me brindó Erick Cevallos, quien colaboró con el desarrollo del proyecto inicialmente”. El arquitecto explica que el proyecto de “Muelles Habitables en el Estero Salado”, surgió tiempo después como investigación. Luego se dio la oportunidad de presentarlo en el 2do Concurso de Construcción Sustentable HolcimAwards, evento que recopila los proyectos de todo el mundo y donde nuestro país participó con 27 propuestas, incluidos los muelles habitables. Lamentablemente Ecuador no obtuvo ningún premio pero los que conformamos parte del proyecto no nos desanimamos y seguimos adelante.
Galardón internacional

Dunn, creyó firmemente en la gran labor realizada por él, y fue por esto que presentó su trabajo en el tercer concurso mundial de la “WorldArchitectureCommunity”, donde se exhiben una gran cantidad de obras arquitectónicas que son evaluadas y premiadas teniendo en cuenta planteamientos y obras construidas o en planes. Este evento premia año a año a 50 ganadores, 20 primeros lugares y 30 menciones de honor.

Fueron 10.000 los participantes en el tercer concurso de la “WorldArchitectureCommunity”, entre estos Dunn y su proyecto “Muelles Habitables”, el cual luego de un profundo análisis obtuvo una mención de honor y formó parte de los ganadores del mismo.

Pero, ¿Qué comprende el proyecto de ‘Muelles Habitables para la recuperación ambiental del Estero Salado de Guayaquil’? Y ¿Cuál es su beneficio?

Son las interrogantes que le planteamos al arquitecto John Dunn, quien indica que el proyecto busca ser una solución a aplacar el problema de invasiones y contaminación del Estero Salado y para ello cumple con los siguientes requisitos:

•  Ofrece un lugar mejor, tanto en calidad espacial, como en la seguridad que requieren los habitantes del sector para vivir dignamente.

•  Permite que las orillas del estero puedan ser recuperadas, de modo tal que puedan desarrollarse planes de reforestación con mangle en las mismas.

•   Debido a su proximidad con la ciudad, el estero no puede ser entendido más como un espacio natural externo.  En Su lugar, debe ser considerado y cuidado como un espacio urbano, con características naturales. Por ende, al estero se le deben programar actividades para sus habitantes;  logrando así que entiendan al estero como espacio propio y no como algo externo y ajeno.

La ejecución del mencionado proyecto promovería nuevas actividades vinculadas con el estero,  lo cual conviene en especial a sus habitantes,  quienes suelen estar -en su gran mayoría-  buscando empleo.

Detalles del proyecto “Muelle Habitable”

Se trata de una estructura de 30 m. de longitud mínima, con la estructura típica de un muelle, pero sobredimensionada.  Además de servir para el acoderamiento de botes y barcos pequeños, el muelle habitable está proyectado para cargar sobre su estructura a las casas de los habitantes del estero.  Estos muelles serían construidos siguiendo la trama de las calles perpendiculares a la orilla del estero. Sus columnas tendrían una separación de 5 metros,  y la altura de las mismas tendrían 5 metros más de altura. Esto permitiría que 10 pequeñas casas se sujeten a la parte superior de la estructura del muelle habitable. Las únicas restricciones que tendrían los habitantes de los muelles, respecto a la construcción de sus casas, tendrían que ver con peso y volumen.  Este último detalles le da cierto matiz de “elemento sorpresa” al proyecto, porque los acabados finales del conjunto de casas lo darían los habitantes.

El muelle habitable no solo aporta beneficios en la vida de sus ocupantes.

El sitio de intervención cuenta con agua potable y luz eléctrica. También provee de tales servicios a sus ocupantes, conectándose a las redes existentes en la ciudad. No obstante, el sector escogido para intervenir no cuenta con un sistema de recolección de aguas servidas. Por ello, se ha considerado implementar una pequeña planta de tratamiento de aguas servidas, debajo del muelle, contiguo a su cimentación en tierra. Estas pequeñas plantas tendrían capacidad suficiente como para tratar las aguas servidas de las casas ubicadas al frente del muelle.

Finalmente, al cumplir con el traslado de las viviendas sobre el estero hacia las estructuras de los muelles, las grandes áreas abiertas que quedarían en las orillas serían reforestadas con especies locales de mangle. Esto ayudaría a una mejor y pronta recuperación ambiental del estero, como también a la generación de turismo.

En definitiva, el proyecto “Muelles Habitables”  busca la mejora del espacio y las infraestructuras del sitio, dando por resultado la tan anhelada recuperación del evento urbano y del evento natural. Esa es la misión de la arquitectura, traer beneficios a los habitantes y solucionar problemas de manera acertada y beneficiosa”, finaliza Dunn.

Fuente

viernes, 22 de junio de 2012

La Descarga: el Salado como identidad (con John Dunn)



miércoles, 20 de junio de 2012

El estero Salado se toma un respiro

En el sector Barrio Lindo. El plan del MAE incluye reforestar
3 hectáreas de mangle y remover 190 toneladas de palafitos del
puente de la A.
Años 60. Velasco Ibarra gana por cuarta vez la Presidencia, la música de The Beatles da sus pasos por Guayaquil y la vida del estero Salado comienza a opacarse. Mucho antes, por 1920, el Salado era el lugar favorito de pasatiempo de los jóvenes de la época. Un ejemplo: el American Park. Construido a orillas de este brazo de mar -frente al Tennis Club- y con un aire ‘gringo’, en ese parque de diversiones había de todo: películas de Chaplin, carruseles, partidos de béisbol, “una playa y dos piscinas de agua salada, pura y cristalina, porque aún no se contaminaba”, según narra el historiador Rodolfo Pérez Pimentel. De esa imagen del estero limpio solo quedan recuerdos, pues a partir de los 60 empezó su decadencia. Hoy, en sus 30 kilómetros de ramales, lidia con la contaminación de las industrias y las casuchas que agobian sus orillas. El Ministerio del Ambiente identifica como áreas críticas los tramos Urdesa-Kennedy, Miraflores, Puerto Lisa, Mogollón, Las Ranas y la Trinitaria. En esos sectores el agua tiene un aspecto camaleónico; a ratos es negruzca, a ratos blanquecina, a ratos verdosa… Ese es solo uno de los efectos de uno de los enemigos del estero, la contaminación industrial. Según la Dirección de Medio Ambiente del Municipio local, el 13% de las 70 industrias detectadas en los ramales del norte arroja sus desechos sin previamente tratarlos. Eduardo Pérez se remanga el pantalón y se sumerge en un tramo de la Kennedy. Avanza lentamente, sin miedo de que “le salga cola de pescado”, como bromean quienes pasan al trote por ahí. No lo hace por placer; Pérez vigila el funcionamiento de una de las dos plantas que superoxigenación que buscan darle un respiro al estero. Con USD 3 millones de inversión, el MAE planifica instalar seis de estas plantas, dentro del proyecto Guayaquil Ecológico. Santiago García, gerente del plan de recuperación del Salado, explica que el sistema opera con estaciones de bombeo y filtros que captan el oxígeno de la atmósfera (ver infografía). En este proceso, el agua adquiere entre 25 y 30 mg de oxígeno disuelto por litro. Pero cuando regresa al estuario baja a 2 ó 3 mg por contaminantes como sulfuros, fosfatos, coliformes fecales... Por eso las plantas funcionarán por 10 años para ver resultados. Como beneficios se espera que el oxígeno aporte a la preservación de las especies bioacuáticas. Mejillones, conchas, cangrejos son parte de este ecosistema. Y las ramas de los cinco tipos de mangle que nacen en sus orillas son el hábitat de 120 especies de aves (16 aparecen en el Libro rojo de aves del Ecuador), tal como señala un estudio la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, elaborado en el 2011. Semilleros, caciques y el ágil martín pescador vuelan por Miraflores. Cuando baja la marea, el ibis de plumas blancas se confunde con las fundas plásticas enredadas en los mangles. La basura y las invasiones son otra amenaza. Hasta 1955, los brazos del Salado eran más extensos. Según los registros municipales, 70 hectáreas fueron rellenadas y urbanizadas. La Trinitaria, Las Malvinas, el Suburbio… el cemento y la caña asfixian a este brazo de mar. Se calcula que unas 5 000 familias viven sobre el estero y el Gobierno espera reubicarlas hasta el 2013. El estruendo de un motor resuena en Barrio Lindo (Suburbio). Miguel Rodríguez acelera el paso para cruzar el puente 4 de Noviembre. No soporta el hedor. “Hace 40 años uno se bañaba y hasta se podía pescar”. Hoy, renacuajos hacen borbotear el agua turbia. El paso de una lancha de Visolit, empresa contratada por el Municipio para la limpieza del estero, dispersa la masa efervescente. En la barca se puede hallar de todo: pañales, zapatillas, animales muertos, muñecos desmembrados, hasta una réplica barata de un mueble Luis XV destartalado. Luis Castañeda, supervisor de Visolit, dice que al día recogen 32 toneladas de desechos. “Recuperamos 75% del área que recorremos. Al principio (2001) caminábamos sobre el agua, por la basura. Pero aún falta conciencia”. Cerca, junto al puente de la A, hay un pequeño puerto. Ismael Vera, de 70 años, aguarda el zarpe de una embarcación. Un bolero hace eco en el estero. “Ojalá vuelva a ser lo de antes”. En el lodo de la orilla lo acompaña ‘Chucho’ Avellanet, en una vieja portada de un disco de vinilo LP. Es del 60.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/sociedad/estero-Salado-toma-respiro_0_721727957.html?print=1. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
Años 60. Velasco Ibarra gana por cuarta vez la Presidencia, la música de The Beatles da sus pasos por Guayaquil y la vida del estero Salado comienza a opacarse. Mucho antes, por 1920, el Salado era el lugar favorito de pasatiempo de los jóvenes de la época. Un ejemplo: el American Park. Construido a orillas de este brazo de mar -frente al Tennis Club- y con un aire ‘gringo’, en ese parque de diversiones había de todo: películas de Chaplin, carruseles, partidos de béisbol, “una playa y dos piscinas de agua salada, pura y cristalina, porque aún no se contaminaba”, según narra el historiador Rodolfo Pérez Pimentel. De esa imagen del estero limpio solo quedan recuerdos, pues a partir de los 60 empezó su decadencia. Hoy, en sus 30 kilómetros de ramales, lidia con la contaminación de las industrias y las casuchas que agobian sus orillas. El Ministerio del Ambiente identifica como áreas críticas los tramos Urdesa-Kennedy, Miraflores, Puerto Lisa, Mogollón, Las Ranas y la Trinitaria. En esos sectores el agua tiene un aspecto camaleónico; a ratos es negruzca, a ratos blanquecina, a ratos verdosa… Ese es solo uno de los efectos de uno de los enemigos del estero, la contaminación industrial. Según la Dirección de Medio Ambiente del Municipio local, el 13% de las 70 industrias detectadas en los ramales del norte arroja sus desechos sin previamente tratarlos. Eduardo Pérez se remanga el pantalón y se sumerge en un tramo de la Kennedy. Avanza lentamente, sin miedo de que “le salga cola de pescado”, como bromean quienes pasan al trote por ahí. No lo hace por placer; Pérez vigila el funcionamiento de una de las dos plantas que superoxigenación que buscan darle un respiro al estero. Con USD 3 millones de inversión, el MAE planifica instalar seis de estas plantas, dentro del proyecto Guayaquil Ecológico. Santiago García, gerente del plan de recuperación del Salado, explica que el sistema opera con estaciones de bombeo y filtros que captan el oxígeno de la atmósfera (ver infografía). En este proceso, el agua adquiere entre 25 y 30 mg de oxígeno disuelto por litro. Pero cuando regresa al estuario baja a 2 ó 3 mg por contaminantes como sulfuros, fosfatos, coliformes fecales... Por eso las plantas funcionarán por 10 años para ver resultados. Como beneficios se espera que el oxígeno aporte a la preservación de las especies bioacuáticas. Mejillones, conchas, cangrejos son parte de este ecosistema. Y las ramas de los cinco tipos de mangle que nacen en sus orillas son el hábitat de 120 especies de aves (16 aparecen en el Libro rojo de aves del Ecuador), tal como señala un estudio la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, elaborado en el 2011. Semilleros, caciques y el ágil martín pescador vuelan por Miraflores. Cuando baja la marea, el ibis de plumas blancas se confunde con las fundas plásticas enredadas en los mangles. La basura y las invasiones son otra amenaza. Hasta 1955, los brazos del Salado eran más extensos. Según los registros municipales, 70 hectáreas fueron rellenadas y urbanizadas. La Trinitaria, Las Malvinas, el Suburbio… el cemento y la caña asfixian a este brazo de mar. Se calcula que unas 5 000 familias viven sobre el estero y el Gobierno espera reubicarlas hasta el 2013. El estruendo de un motor resuena en Barrio Lindo (Suburbio). Miguel Rodríguez acelera el paso para cruzar el puente 4 de Noviembre. No soporta el hedor. “Hace 40 años uno se bañaba y hasta se podía pescar”. Hoy, renacuajos hacen borbotear el agua turbia. El paso de una lancha de Visolit, empresa contratada por el Municipio para la limpieza del estero, dispersa la masa efervescente. En la barca se puede hallar de todo: pañales, zapatillas, animales muertos, muñecos desmembrados, hasta una réplica barata de un mueble Luis XV destartalado. Luis Castañeda, supervisor de Visolit, dice que al día recogen 32 toneladas de desechos. “Recuperamos 75% del área que recorremos. Al principio (2001) caminábamos sobre el agua, por la basura. Pero aún falta conciencia”. Cerca, junto al puente de la A, hay un pequeño puerto. Ismael Vera, de 70 años, aguarda el zarpe de una embarcación. Un bolero hace eco en el estero. “Ojalá vuelva a ser lo de antes”. En el lodo de la orilla lo acompaña ‘Chucho’ Avellanet, en una vieja portada de un disco de vinilo LP. Es del 60.

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Años 60. Velasco Ibarra gana por cuarta vez la Presidencia, la música de The Beatles da sus pasos por Guayaquil y la vida del estero Salado comienza a opacarse.

Mucho antes, por 1920, el Salado era el lugar favorito de pasatiempo de los jóvenes de la época. Un ejemplo: el American Park.

Construido a orillas de este brazo de mar -frente al Tennis Club- y con un aire ‘gringo’, en ese parque de diversiones había de todo: películas de Chaplin, carruseles, partidos de béisbol, “una playa y dos piscinas de agua salada, pura y cristalina, porque aún no se contaminaba”, según narra el historiador Rodolfo Pérez Pimentel.

De esa imagen del estero limpio solo quedan recuerdos, pues a partir de los 60 empezó su decadencia. Hoy, en sus 30 kilómetros de ramales, lidia con la contaminación de las industrias y las casuchas que agobian sus orillas.

El Ministerio del Ambiente identifica como áreas críticas los tramos Urdesa-Kennedy, Miraflores, Puerto Lisa, Mogollón, Las Ranas y la Trinitaria. En esos sectores el agua tiene un aspecto camaleónico; a ratos es negruzca, a ratos blanquecina, a ratos verdosa…

Ese es solo uno de los efectos de uno de los enemigos del estero, la contaminación industrial. Según la Dirección de Medio Ambiente del Municipio local, el 13% de las 70 industrias detectadas en los ramales del norte arroja sus desechos sin previamente tratarlos.

Eduardo Pérez se remanga el pantalón y se sumerge en un tramo de la Kennedy. Avanza lentamente, sin miedo de que “le salga cola de pescado”, como bromean quienes pasan al trote por ahí.

No lo hace por placer; Pérez vigila el funcionamiento de una de las dos plantas que superoxigenación que buscan darle un respiro al estero. Con USD 3 millones de inversión, el MAE planifica instalar seis de estas plantas, dentro del proyecto Guayaquil Ecológico.

Santiago García, gerente del plan de recuperación del Salado, explica que el sistema opera con estaciones de bombeo y filtros que captan el oxígeno de la atmósfera (ver infografía).

En este proceso, el agua adquiere entre 25 y 30 mg de oxígeno disuelto por litro. Pero cuando regresa al estuario baja a 2 ó 3 mg por contaminantes como sulfuros, fosfatos, coliformes fecales... Por eso las plantas funcionarán por 10 años para ver resultados.

Como beneficios se espera que el oxígeno aporte a la preservación de las especies bioacuáticas. Mejillones, conchas, cangrejos son parte de este ecosistema.

Y las ramas de los cinco tipos de mangle que nacen en sus orillas son el hábitat de 120 especies de aves (16 aparecen en el Libro rojo de aves del Ecuador), tal como señala un estudio la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, elaborado en el 2011.

Semilleros, caciques y el ágil martín pescador vuelan por Miraflores. Cuando baja la marea, el ibis de plumas blancas se confunde con las fundas plásticas enredadas en los mangles. La basura y las invasiones son otra amenaza.

Hasta 1955, los brazos del Salado eran más extensos. Según los registros municipales, 70 hectáreas fueron rellenadas y urbanizadas. La Trinitaria, Las Malvinas, el Suburbio… el cemento y la caña asfixian a este brazo de mar. Se calcula que unas 5 000 familias viven sobre el estero y el Gobierno espera reubicarlas hasta el 2013.

 El estruendo de un motor resuena en Barrio Lindo (Suburbio). Miguel Rodríguez acelera el paso para cruzar el puente 4 de Noviembre. No soporta el hedor. “Hace 40 años uno se bañaba y hasta se podía pescar”. Hoy, renacuajos hacen borbotear el agua turbia.

El paso de una lancha de Visolit, empresa contratada por el Municipio para la limpieza del estero, dispersa la masa efervescente. En la barca se puede hallar de todo: pañales, zapatillas, animales muertos, muñecos desmembrados, hasta una réplica barata de un mueble Luis XV destartalado.

 Luis Castañeda, supervisor de Visolit, dice que al día recogen 32 toneladas de desechos. “Recuperamos 75% del área que recorremos. Al principio (2001) caminábamos sobre el agua, por la basura. Pero aún falta conciencia”.

Cerca, junto al puente de la A, hay un pequeño puerto. Ismael Vera, de 70 años, aguarda el zarpe de una embarcación. Un bolero hace eco en el estero. “Ojalá vuelva a ser lo de antes”. En el lodo de la orilla lo acompaña ‘Chucho’ Avellanet, en una vieja portada de un disco de vinilo LP. Es del 60.
Años 60. Velasco Ibarra gana por cuarta vez la Presidencia, la música de The Beatles da sus pasos por Guayaquil y la vida del estero Salado comienza a opacarse. Mucho antes, por 1920, el Salado era el lugar favorito de pasatiempo de los jóvenes de la época. Un ejemplo: el American Park. Construido a orillas de este brazo de mar -frente al Tennis Club- y con un aire ‘gringo’, en ese parque de diversiones había de todo: películas de Chaplin, carruseles, partidos de béisbol, “una playa y dos piscinas de agua salada, pura y cristalina, porque aún no se contaminaba”, según narra el historiador Rodolfo Pérez Pimentel. De esa imagen del estero limpio solo quedan recuerdos, pues a partir de los 60 empezó su decadencia. Hoy, en sus 30 kilómetros de ramales, lidia con la contaminación de las industrias y las casuchas que agobian sus orillas. El Ministerio del Ambiente identifica como áreas críticas los tramos Urdesa-Kennedy, Miraflores, Puerto Lisa, Mogollón, Las Ranas y la Trinitaria. En esos sectores el agua tiene un aspecto camaleónico; a ratos es negruzca, a ratos blanquecina, a ratos verdosa… Ese es solo uno de los efectos de uno de los enemigos del estero, la contaminación industrial. Según la Dirección de Medio Ambiente del Municipio local, el 13% de las 70 industrias detectadas en los ramales del norte arroja sus desechos sin previamente tratarlos. Eduardo Pérez se remanga el pantalón y se sumerge en un tramo de la Kennedy. Avanza lentamente, sin miedo de que “le salga cola de pescado”, como bromean quienes pasan al trote por ahí. No lo hace por placer; Pérez vigila el funcionamiento de una de las dos plantas que superoxigenación que buscan darle un respiro al estero. Con USD 3 millones de inversión, el MAE planifica instalar seis de estas plantas, dentro del proyecto Guayaquil Ecológico. Santiago García, gerente del plan de recuperación del Salado, explica que el sistema opera con estaciones de bombeo y filtros que captan el oxígeno de la atmósfera (ver infografía). En este proceso, el agua adquiere entre 25 y 30 mg de oxígeno disuelto por litro. Pero cuando regresa al estuario baja a 2 ó 3 mg por contaminantes como sulfuros, fosfatos, coliformes fecales... Por eso las plantas funcionarán por 10 años para ver resultados. Como beneficios se espera que el oxígeno aporte a la preservación de las especies bioacuáticas. Mejillones, conchas, cangrejos son parte de este ecosistema. Y las ramas de los cinco tipos de mangle que nacen en sus orillas son el hábitat de 120 especies de aves (16 aparecen en el Libro rojo de aves del Ecuador), tal como señala un estudio la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, elaborado en el 2011. Semilleros, caciques y el ágil martín pescador vuelan por Miraflores. Cuando baja la marea, el ibis de plumas blancas se confunde con las fundas plásticas enredadas en los mangles. La basura y las invasiones son otra amenaza. Hasta 1955, los brazos del Salado eran más extensos. Según los registros municipales, 70 hectáreas fueron rellenadas y urbanizadas. La Trinitaria, Las Malvinas, el Suburbio… el cemento y la caña asfixian a este brazo de mar. Se calcula que unas 5 000 familias viven sobre el estero y el Gobierno espera reubicarlas hasta el 2013. El estruendo de un motor resuena en Barrio Lindo (Suburbio). Miguel Rodríguez acelera el paso para cruzar el puente 4 de Noviembre. No soporta el hedor. “Hace 40 años uno se bañaba y hasta se podía pescar”. Hoy, renacuajos hacen borbotear el agua turbia. El paso de una lancha de Visolit, empresa contratada por el Municipio para la limpieza del estero, dispersa la masa efervescente. En la barca se puede hallar de todo: pañales, zapatillas, animales muertos, muñecos desmembrados, hasta una réplica barata de un mueble Luis XV destartalado. Luis Castañeda, supervisor de Visolit, dice que al día recogen 32 toneladas de desechos. “Recuperamos 75% del área que recorremos. Al principio (2001) caminábamos sobre el agua, por la basura. Pero aún falta conciencia”.

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FUENTE:  Diario El Comercio













Años 60. Velasco Ibarra gana por cuarta vez la Presidencia, la música de The Beatles da sus pasos por Guayaquil y la vida del estero Salado comienza a opacarse. Mucho antes, por 1920, el Salado era el lugar favorito de pasatiempo de los jóvenes de la época. Un ejemplo: el American Park. Construido a orillas de este brazo de mar -frente al Tennis Club- y con un aire ‘gringo’, en ese parque de diversiones había de todo: películas de Chaplin, carruseles, partidos de béisbol, “una playa y dos piscinas de agua salada, pura y cristalina, porque aún no se contaminaba”, según narra el historiador Rodolfo Pérez Pimentel. De esa imagen del estero limpio solo quedan recuerdos, pues a partir de los 60 empezó su decadencia. Hoy, en sus 30 kilómetros de ramales, lidia con la contaminación de las industrias y las casuchas que agobian sus orillas. El Ministerio del Ambiente identifica como áreas críticas los tramos Urdesa-Kennedy, Miraflores, Puerto Lisa, Mogollón, Las Ranas y la Trinitaria. En esos sectores el agua tiene un aspecto camaleónico; a ratos es negruzca, a ratos blanquecina, a ratos verdosa… Ese es solo uno de los efectos de uno de los enemigos del estero, la contaminación industrial. Según la Dirección de Medio Ambiente del Municipio local, el 13% de las 70 industrias detectadas en los ramales del norte arroja sus desechos sin previamente tratarlos. Eduardo Pérez se remanga el pantalón y se sumerge en un tramo de la Kennedy. Avanza lentamente, sin miedo de que “le salga cola de pescado”, como bromean quienes pasan al trote por ahí. No lo hace por placer; Pérez vigila el funcionamiento de una de las dos plantas que superoxigenación que buscan darle un respiro al estero. Con USD 3 millones de inversión, el MAE planifica instalar seis de estas plantas, dentro del proyecto Guayaquil Ecológico. Santiago García, gerente del plan de recuperación del Salado, explica que el sistema opera con estaciones de bombeo y filtros que captan el oxígeno de la atmósfera (ver infografía). En este proceso, el agua adquiere entre 25 y 30 mg de oxígeno disuelto por litro. Pero cuando regresa al estuario baja a 2 ó 3 mg por contaminantes como sulfuros, fosfatos, coliformes fecales... Por eso las plantas funcionarán por 10 años para ver resultados.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/sociedad/estero-Salado-toma-respiro_0_721727957.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com
Años 60. Velasco Ibarra gana por cuarta vez la Presidencia, la música de The Beatles da sus pasos por Guayaquil y la vida del estero Salado comienza a opacarse. Mucho antes, por 1920, el Salado era el lugar favorito de pasatiempo de los jóvenes de la época. Un ejemplo: el American Park. Construido a orillas de este brazo de mar -frente al Tennis Club- y con un aire ‘gringo’, en ese parque de diversiones había de todo: películas de Chaplin, carruseles, partidos de béisbol, “una playa y dos piscinas de agua salada, pura y cristalina, porque aún no se contaminaba”, según narra el historiador Rodolfo Pérez Pimentel. De esa imagen del estero limpio solo quedan recuerdos, pues a partir de los 60 empezó su decadencia. Hoy, en sus 30 kilómetros de ramales, lidia con la contaminación de las industrias y las casuchas que agobian sus orillas. El Ministerio del Ambiente identifica como áreas críticas los tramos Urdesa-Kennedy, Miraflores, Puerto Lisa, Mogollón, Las Ranas y la Trinitaria. En esos sectores el agua tiene un aspecto camaleónico; a ratos es negruzca, a ratos blanquecina, a ratos verdosa… Ese es solo uno de los efectos de uno de los enemigos del estero, la contaminación industrial. Según la Dirección de Medio Ambiente del Municipio local, el 13% de las 70 industrias detectadas en los ramales del norte arroja sus desechos sin previamente tratarlos. Eduardo Pérez se remanga el pantalón y se sumerge en un tramo de la Kennedy. Avanza lentamente, sin miedo de que “le salga cola de pescado”, como bromean quienes pasan al trote por ahí. No lo hace por placer; Pérez vigila el funcionamiento de una de las dos plantas que superoxigenación que buscan darle un respiro al estero. Con USD 3 millones de inversión, el MAE planifica instalar seis de estas plantas, dentro del proyecto Guayaquil Ecológico. Santiago García, gerente del plan de recuperación del Salado, explica que el sistema opera con estaciones de bombeo y filtros que captan el oxígeno de la atmósfera (ver infografía). En este proceso, el agua adquiere entre 25 y 30 mg de oxígeno disuelto por litro. Pero cuando regresa al estuario baja a 2 ó 3 mg por contaminantes como sulfuros, fosfatos, coliformes fecales... Por eso las plantas funcionarán por 10 años para ver resultados.

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Años 60. Velasco Ibarra gana por cuarta vez la Presidencia, la música de The Beatles da sus pasos por Guayaquil y la vida del estero Salado comienza a opacarse. Mucho antes, por 1920, el Salado era el lugar favorito de pasatiempo de los jóvenes de la época. Un ejemplo: el American Park. Construido a orillas de este brazo de mar -frente al Tennis Club- y con un aire ‘gringo’, en ese parque de diversiones había de todo: películas de Chaplin, carruseles, partidos de béisbol, “una playa y dos piscinas de agua salada, pura y cristalina, porque aún no se contaminaba”, según narra el historiador Rodolfo Pérez Pimentel. De esa imagen del estero limpio solo quedan recuerdos, pues a partir de los 60 empezó su decadencia. Hoy, en sus 30 kilómetros de ramales, lidia con la contaminación de las industrias y las casuchas que agobian sus orillas. El Ministerio del Ambiente identifica como áreas críticas los tramos Urdesa-Kennedy, Miraflores, Puerto Lisa, Mogollón, Las Ranas y la Trinitaria. En esos sectores el agua tiene un aspecto camaleónico; a ratos es negruzca, a ratos blanquecina, a ratos verdosa… Ese es solo uno de los efectos de uno de los enemigos del estero, la contaminación industrial. Según la Dirección de Medio Ambiente del Municipio local, el 13% de las 70 industrias detectadas en los ramales del norte arroja sus desechos sin previamente tratarlos. Eduardo Pérez se remanga el pantalón y se sumerge en un tramo de la Kennedy. Avanza lentamente, sin miedo de que “le salga cola de pescado”, como bromean quienes pasan al trote por ahí. No lo hace por placer; Pérez vigila el funcionamiento de una de las dos plantas que superoxigenación que buscan darle un respiro al estero. Con USD 3 millones de inversión, el MAE planifica instalar seis de estas plantas, dentro del proyecto Guayaquil Ecológico. Santiago García, gerente del plan de recuperación del Salado, explica que el sistema opera con estaciones de bombeo y filtros que captan el oxígeno de la atmósfera (ver infografía). En este proceso, el agua adquiere entre 25 y 30 mg de oxígeno disuelto por litro. Pero cuando regresa al estuario baja a 2 ó 3 mg por contaminantes como sulfuros, fosfatos, coliformes fecales... Por eso las plantas funcionarán por 10 años para ver resultados.

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En el sector Barrio Lindo. El plan del MAE incluye reforestar 3 hectáreas de mangle y remover 190 toneladas de palafitos del puente de la A.

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sábado, 24 de marzo de 2012

Rescate del estero Salado avanza con enseñanzas, teatro y canciones


Varios ministerios están empeñados en
 devolver a su estado natural este espacio
 y ponerlo luego a disposición de los guayaquileños


Rescate del estero Salado avanza  con enseñanzas, teatro y canciones
El estero Salado ha sido tradicionalmente uno de los elementos que identifican a la ciudad y al guayaquileño. El manglar formado en sus orillas y la fauna que se desarrolla ahí son parte de un ecosistema que la mano del hombre y la despreocupación de las
Edisson Aleaga Ramírez / Guayaquil

El estero Salado ha sido tradicionalmente uno de los elementos que identifican a la ciudad y al guayaquileño. El manglar formado en sus orillas y la fauna que se desarrolla ahí son parte de un ecosistema que la mano del hombre y la despreocupación de las autoridades han ido destruyendo.
El Gobierno Nacional, con la ayuda del MAE (Ministerio del Ambiente en Ecuador), Miduvi (Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda), MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social) y MEC (Ministerio de Educación y Cultura)  implementó desde el 2010 unplan de rescate del estero.
Las líneas de acción apuntan a educar a la población, reubicar a quienes están en las orillas, oxigenar el agua del río y por último reforestar y replantar especies desaparecidas en algunos sectores de la ribera.
Dentro de este panorama, el MAE desarrolló ayer una actividad llamada “Viernes ecológico”; esto, dentro del Proyecto Guayaquil Ecológico que busca rescatar la biodiversidad y mejorar el medio ambiente de la ciudad. Lo del viernes tuvo como objetivo reforestar 5.000 plántulas (plantas pequeñas) de mangle rojo en el sector de la Isla Trinitaria, en la vía Perimetral de Guayaquil.
El encargado del proyecto es el especialista ambiental Santiago García, quien comenta que esta tarea forma parte del proceso de recuperación y conservación del estero Salado.
“Hay cosas que ya se han venido realizando; está el proceso de superoxigenación de las aguas para generar vida acuática, biorremediación y reforzamiento de lodos mediante bacterias. Sin embargo continúan las descargas de aguas negras porque desgraciadamente el Municipio no ayuda a frenar el problema, eso sin contar que las descargas industriales se siguen permitiendo”, enfatiza.
Explica que la meta del 2012 es reforestar 10 hectáreas a lo largo del río.
Concienciación
El grupo de teatro Ambientarte participa en los diferentes eventos que organiza el MAE y contribuye en enseñar a la gente sobre cómo cuidar y prevenir daños en el medio ambiente.
Yetty Segura lleva 2 años viviendo en la cooperativa Andrés Quiñónez. Frente a su casa se realizó el lanzamiento de esta iniciativa ecológica. “Hoy nos enseñaron que debemos tener todo limpio para que no se siga muriendo el estero”, expresa.
Las canciones, la obra de teatro, gestos y vestuario del elenco de Ambientarte hicieron que los participantes entendieran la importancia de preservar el valioso recurso natural con el que conviven.
La misma acción se ha ejecutado en 23 centros educativos y para fin de año se espera llegar a otros 70.
Guayaquil Ecológico
El plan total contempla la implementación en la Isla Santay de 56 ecoaldeas, el rescate del estero Salado, mediante la reubicación de alrededor de 5 mil familias, de las cuales 1.000 ya han sido trasladadas. Esto se hace con la idea de sembrar manglar y edificar un parque lineal en los lugares que aún son ocupados por personas.
Otro componente importante del proyecto es el parque de Los Samanes, que será el más grande del país y el tercero de mayor dimensión en América Latina.
Según Santiago García, lo que se busca es llegar a los mejores niveles en cuanto a la calidad de este recurso natural. “El rescate del estero se lo debió haber iniciado muchos años... ha faltado decisión política para hacerlo. Hay muchas actividades que aún deben realizarse por eso. Esto que hacemos ahora es vital para nuestro objetivo”, finaliza.
Manos amigas
La labor del MAE se ejecutó con la ayuda de 8 personas contratadas para este trabajo. A ellos se unió el esfuerzo de una ONG (Organización No Gubernamental) llamada “Amigos del Estero”, una agrupación sin fines de lucro que está interesada en “hacer todo lo que se pueda para salvar esta parte de Guayaquil”, señala Mónica Solano de la Sala, una de sus fundadoras. “Estamos contentos porque el Gobierno por primera vez toma en cuenta a grupos ecológicos como nosotros para ser parte de esto”.
Solano, acompañada de sus dos hijos y llevando consigo unas botas de caucho de color negro, empezó a caminar hasta donde se realizaba la siembra y metiendo sus manos al lodo no tuvo problema para acompañar la labor que hacían los demás. “Guayaquil es una ciudad verde y hay que mantenerla así”, indica.
Dominga Burgos, quien vive en esta parte de la Trinitaria desde hace 18 años, comenta que “nunca nadie se había preocupado por hacer esto”.
En cambio Rosa Arreaga, a sus 81 años, 24 de ellos vividos en el sector, recuerda que en todo el tiempo que tiene de vida “es la primera vez que un gobernante hace algo por el estero”, dice.
El Presidente de la República ha resaltado la importancia de cuidar nuestro entorno natural, muestra de ello es la iniciativa Yasuní ITT (Ishpingo Tambococha Tiputini) que pretende dejar bajo tierra unos 846 millones de barriles de petróleo. El país pide a cambio una compensación económica equivalente a la mitad de los ingresos que se percibirían si se llegara a explotar ese recurso.
El manglar como ecosistema tiene la capacidad de adaptarse a diferentes condiciones naturales, como  vivir entre agua dulce y salina. Constituye lo que se denomina un humedal, es decir, un espacio de transición entre el ecosistema marino y la tierra firme.
En él se desarrollan todo tipo de crustáceos y moluscos, además aves como la garza hacen de este su hábitat.

Fuente: ppelverdadero

viernes, 23 de marzo de 2012

Dolor por muerte de bebé que cayó al Salado


El pequeño dormía en la casa de su abuela que queda sobre el agua. Al levantarse caminó y descendió por un espacio entre las tablas

Dolor por muerte de bebé que cayó al Salado
Foto: Karla Naranjo
Debajo de estas casas está el estero donde cayó Steven, de un año y medio de edad. Su abuela (en la puerta) lloraba al recordar el hecho.
Karla Naranjo ∙ REDACCIÓN GUAYAQUIL
Un momento de descuido le costó la vida de su hijo a una joven madre. Verónica Pérez salió de su casa ubicada en el zaguán de las calles Rosendo Avilés y la 50 para lavar ropa y tenderla en los cordeles de la vivienda de su madre ubicada en la misma dirección, sobre el estero Salado.
Con la ropa en un brazo y su pequeño Marlon Steven dormido en el otro se alistó para una tarde de quehaceres domésticos. Al bebé lo recostó en un mueble color café junto a la puerta y ella con su lavacara se quedó muy cerca, en el estrecho callejón de afuera, para escuchar si se levantaba.
Pero pese a esta precaución no pudo evitar que su hijo, de apenas un año y medio de edad, se levantara del asiento, caminara hacia los dormitorios en la parte posterior del inmueble y cayera al estero Salado por un espacio que se había formado entre las negras tablas del pasillo.
A las 17:15, la progenitora tuvo un pálpito y entró para ver si su bebé continuaba dormido, pero no lo encontró. Desesperada empezó a buscarlo por los cuartos, no lo halló.
Los gritos de Verónica alertaron a los vecinos que de inmediato la ayudaron a registrar por las casas contiguas y hasta por debajo de estas. Ahí solo se veía agua oscura mezclada con basura.
Hasta que Omar Jordán, un vecino que se lanzó por una angosta cavidad entre la tierra y el piso de una vivienda, vio que Steven flotaba boca abajo e intentaba chapuletear. Nadó y lo sacó y, según dijeron los testigos, el pequeño aún respiraba.
Su tía Rocío Placencio no dejó que pasara ni un solo minuto y le dijo a un amigo que encienda la moto para llevarlo al hospital Guayaquil.
“Llegué en menos de 7 minutos y me dijeron que pida turno, no lo atendían. A mí me vomitó en el hombro, podían haberle salvado la vida y no lo hicieron”, dijo llena de indignación Placencio, a quien a las 18:15 le dieron la noticia de que el bebé había fallecido.
Claudina Placencio, abuela de Steven, no podía contener el llanto. Lamentó que no se encontraba en casa para evitar que ocurra esa desgracia con el más pequeño de sus 7 nietos. “Era gordito y gracioso. Le gustaba que la gente se ría. Por ejemplo si se caía y alguien se burlaba, se volvía a lanzar al piso para que se rieran nuevamente”, contó llevándose la mano a su cabeza.
El cuerpo de Marlon Steven fue velado en la 49 y Rosendo Avilés, en casa de un allegado. Ahí se congregaron vecinos y sobre todo niños, que querían ver cómo estaba su pequeño amigo. Norma Campoverde, otra tía de la víctima, pidió ayuda, pues no tienen dónde enterrar el cuerpo. La mujer está embarazada y sobando su abultado vientre recordaba a su ‘gordito’, como le decía cariñosamente.
Extrema pobreza
Los moradores de Rosendo Avilés y la 50, sector conocido como ‘La Ciudad perdida’ y donde todas las casas son de caña, pidieron ayuda pues sus domicilios están a punto de caer al estero y cada 9 días hay aguaje y el agua les llega más arriba de las rodillas.

Fuente: ppelverdadero

martes, 20 de marzo de 2012

La fuerte estación invernal causa mayores estragos en sectores marginales de Guayaquil


Enviado por maribel.hidalgo en Mar, 03/20/2012 - 15:32






















En la cooperativa Independencia ll la mayoría de calles están inundadas lo que dificulta el ingreso del transporte público Foto: Maribel Hidalgo/Agencia Andes
Guayaquil, 20 mar (Andes).-  La fuerte temporada invernal que soporta el litoral ecuatoriano causa mayores estragos en las zonas urbano marginales. Así lo constató un equipo periodístico de la Agencia Andes que recorrió el sector de la Isla Trinitaria, ubicada al sur de Guayaquil (la ciudad más poblada del Ecuador).
Una vez que termina la calzada de cemento, a la altura de la cooperativa Independencia I, la situación es dramática, las calles permanecen anegadas de aguas estancadas y el lodo puede en ciertos sectores llegar hasta el tobillo. Según nos relató Karla Quiñonez, moradora del sector, las lluvias más fuertes se presentan generalmente en las noches por lo cual deben permanecer en vigilia para elevar del piso los electrodomésticos y enceres cuando el agua logra ingresar a las viviendas.
Cuando termina la precipitación la situación no cambia mucho porque la mayoría de calles, que en época de verano son polvorientas, se convierten en peligrosas trampas que en varias ocasiones han provocado accidentes en los vehículos que circulan por la zona.
Otra habitante del sector, Maritza Chalá, considera que los barrios pobres merecen mayor atención de las autoridades, porque a diferencia de las ciudadelas que han sufrido inundaciones en las últimas semanas, allí las aguas bajan una vez que deja de llover. “Aquí después del aguacero el nivel del agua baja muy poco. Con el intenso sol empieza a brotar mal olor y los patios de las casas se convierten en criaderos de mosquitos. A partir de las seis de la tarde nadie puede estar afuera de su casa porque los mosquitos se lo llevan empezó”.
En el sector existe un centro de salud, según nuestra informante, pero este no abastece para la cantidad de niños que presentan procesos febriles relacionados con el dengue y afecciones en la piel como granos o una intensa picazón provocada  por el contacto con aguas putrefactas.
La basura es otro problema que los aqueja. En época de verano la recolección de desechos se realiza en volquetas por lo difícil del terreno, pero en invierno muchas calles quedan inhabilitadas, lo que provoca que se amontone la basura que finalmente es arrojada a los ramales del Estero Salado.

martes, 13 de marzo de 2012

Velásquez inicia una etapa dedicada solo a la pintura y los tangos


ARTISTA PLÁSTICO Y CANTOR POPULAR

Su vinculación con la Alianza Francesa, entidad en la que estudió con la idea de irse fuera para obtener un título en arte, continúa firme ya que mañana la institución acogerá su muestra de óleos Expectalis

El creativo puede demorar entre uno y tres meses en las obras de gran formato. Tiene murales individuales y con el colectivo VQR. Foto: Pilar Vera |  El Telégrafo
El creativo puede demorarentreuno y tres meses en las obras de gran formato. Tiene murales individuales y con el colectivo VQR. Foto: Pilar Vera | El Telégrafo
Redacción Cultura
Junto con sus buenos amigos y pintores Wilson Quichimbo y Renato Méndez, Eloy Velásquez, la voz del grupo Le Tangó -participante de la 8ª Cumbre Mundial del Tango en Bariloche- pinta al aire libre durante las diferentes mingas de limpieza que se realizan en el estero Salado para concienciar sobre el cuidado del ambiente.
Los tres integran el colectivo VQR, pero Velásquez, graduado del Colegio de Bellas Artes y egresado de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Guayaquil, también es un artista pictórico a tiempo completo o cuando no canta tangos. Por ello, mañana realizará su tercera exposición individual en la Alianza Francesa de Guayaquil (Hurtado 436 y José Mascote).
Normalmente cuando pinta escucha tangos, así  repasa su repertorio de cantor. Su pintura se da de  08:00 a 15:00 -con un descanso para almorzar-, y  a veces la comparte con sus  hijos Eloy y Elena. Alejado de su actividad como profesor de cultura estética -12 años ejerció esa cátedra-, la pintura ocupa el 100% de su tiempo; hoy  maneja múltiples proyectos, entre ellos  la internacionalización de su carrera ya que aprovecha cada viaje   para hacer contactos o dejar algunos cuadros -hace una semana visitó EE.UU. y conversó con galeristas-.
Ha sido calificado como un artista melancólico, juicio con el  que Velásquez, en parte, coincide.
“En esta exposición que llamo Expectalis vas a ver mucho color gris, los ocres y las tonalidades oscuras que van de la mano con lo que considero  una parte de mi subjetividad”, señala.
En París observó Las bailarinas, de Degas, y pequeños detalles de esa obra han marcado su búsqueda técnica y estética actual.
Otras  de las 10 obras incluidas en Expectalis son caballos, una barca y una vendedora del mercado, específicamente de la Caraguay, al que iba cuando vivía al sur de  Guayaquil.
Este año lo dedicará a trabajar con el óleo, material que a su parecer tiene más cuerpo, mientras alista su tesis de licenciatura y se prepara para seguir una maestría. Siempre busca que promocionar su arte pictórico sea igual de sencillo que difundir su música con el grupo Le Tangó, porque los colores grises y alegres -cálidos y fríos- de su pintura van de la mano con su canto.
Atribuye la musicalidad de sus trazos al escuchar tangos mientras pinta, porque hay una conexión evidente entre sus dos vocaciones.
“Sí es importante, de acuerdo al trabajo que vayas a hacer, tener el esbozo, el boceto de la obra por realizar. Yo parto de eso o lo trabajo en la mente y busco fotografías”, comenta Velásquez. Su primera exposición fue en la Universidad de Guayaquil, de acuarelas; la segunda, en la Alianza Francesa, de plumillas, relativas al tango, por ello le resulta agradable cambiar de técnica y seguir encontrándose en cada una, descubriendo cosas nuevas en la riqueza de cada método.
El título Expectalis viene de esa expectación de ver algo y generar melancolía, una línea media clásica  
En sus estudios aprendió de Jorge Velarde, Marco Alvarado, Saidel Brito, y  ahora se dedica a investigar, observar y pintar con paleta reducida -5 colores-.
Velásquez es indiferente al formato porque le preocupa lo que va a plasmar, aunque siente que los cuadros grandes son más atrevidos y representan pasar más tiempo con la obra. Pinta varios trabajos a la vez, lo encuentra más saludable para su creatividad.
Con Le Tangó espera grabar un disco con temas inéditos y ya alista un concierto para el 30 de marzo, también  en la Alianza Francesa.
Expectalis abrirá mañana, a las 19:30, y podrá visitarse de lunes a viernes, de 09:00 a 19:00, hasta el 6 de abril. Se gestiona su visita a la Alianza de Portoviejo.