Un estudio determinó las consecuencias de la contaminación en la ciudad; los resultados se anunciaron en un foro
Ayer,
se realizó el Primer Foro por la Conservación y la Adaptación al Cambio
Climático, en el que se revelaron los resultados de un estudio que,
durante siete meses, recogió las consecuencias que se han desarrollado
en Guayaquil a partir de la incidencia de la contaminación y el excesivo
crecimiento poblacional.
El proyecto estuvo a cargo del Centro Internacional para la
Investigación del Fenómeno de El Niño (Ciifen), en conjunto con otras
instituciones como el Inocar y el Inamhi.
Entre los principales resultados, se determinó que, en los últimos 50
años, la temperatura promedio de la ciudad ha registrado un aumento que
bordea el 1° centígrado, indicando que cada cinco años, ese incremento
se ha ubicado en una décima de grado.
Se informó además que el nivel de calentamiento climático detectado está
provocando que los inviernos sean irregulares, aumentando el número de
días secos.
Este año, por ejemplo, "las lluvias se ausentaron en marzo, cuando
normalmente el invierno se inicia, y se concentra en abril", explicó
Raúl Mejía, director regional del Inamhi.
Este fenómeno no significa que Guayaquil va a recibir menos cantidad de
precipitaciones, sin embargo, el problema radica en que se distribuirán
en menos tiempo, y consecuentemente, con más fuerza, dijo Rodney
Martínez, coordinador del Ciifen.
Respecto a los efectos provocados por la expansión urbana, la contaminación del Estero Salado constituye el de mayor riesgo.
De sus aguas, se retiran diariamente entre 14 y 15 toneladas de
desechos, que son arrojadas no solo por la industria, sino también por
los asentamientos informales en sus riberas, e inclusive por ciudadelas
residenciales como las ubicadas en la vía a la Costa, se indicó. Ambas
zonas fueron calificadas como críticas en cuanto al nivel de
contaminación que producen.
A través del estudio, se calculó también que los desechos altamente
tóxicos que se encuentran en las profundidades del Estero ocupan una
capa de alrededor de 1,5 metros de espesor; se trata especialmente de
materia orgánica en descomposición.
"La gente piensa que lo que botan se va al mar, pero la verdad es que
puede avanzar unos pocos metros y, luego, se sumerge en el fondo",
agregó Martínez.
En tanto, el Ministerio de Ambiente determinó que se necesitarían al
menos 10 años para descontaminar este brazo de mar, pero si no se aplica
un control de descargas, para 2050, se convertirá en un ente inerte, y
en un foco permanente de contaminación, según se enfatizó en el foro.
Pero el agua no es el único elemento que ha sido afectado. Guayaquil
ocupa una superficie aproximada de 344,5 km cuadrados; de esa cifra,
apenas el 27% está constituido por densa vegetación.
Lo que queda por preservar en la ciudad son 74 mil hectáreas de áreas
protegidas, 11 mil hectáreas de bosques protectores y 27 mil hectáreas
de manglar, de acuerdo con Jaime Camacho, representante de la
organización The Nature Conservancy.
El manglar, agregó, es uno de los más afectados respecto a su
conservación, debido a que la ciudad fue levantada sobre sus
extensiones, que además de producir oxígeno, son el nicho ecológico de
especies terrestres y acuáticas que forman parte de la cadena
alimenticia de los guayaquileños, como los peces, la concha y el
cangrejo.
Además, su funcionalidad va mucho más allá, porque serviría como una
especie de amortiguador, en el caso de que se desarrollase un tsunami en
las costas del país.
Mejía agregó que los cambios climáticos producto del daño a la
naturaleza son irreversibles, pero si existe la determinación para que
no empeoren, es necesario trabajar en el ordenamiento del territorio
guayaquileño, en fortalecer la capacidad de respuesta de las
instituciones de control ambientales, y sobre todo, coordinar esfuerzos
entre la gente, el Municipio y el Gobierno. (DVQ)
Encuentro estuvo dirigido a estudiantes de Guayaquil
El Primer Foro por la Conservación y la Adaptación al Cambio Climático
fue dirigido a los estudiantes de colegio, con el afán de invitarlos a
convertirse en agentes de cambio e incluirse en la formación de una red
que trabaje en pro del medioambiente.
En varias instituciones, como el Instituto Guayaquil, se han iniciado
campañas de selección de desechos. Karina Quiroga, una de sus alumnas,
manifestó que el programa forma parte "de la construcción del futuro que
tendrán las generaciones que siguen", responsabilidad que, dijo, "debe
ser imitada no solo en los colegios, sino en las oficinas y en las
casas".
En tanto, Samuel Cabrera, del colegio Abdón Calderón, manifestó su
preocupación ante lo variable que se ha tornado el clima. "Un día, hace
demasiado calor, y al siguiente, hay que dormir bien arropado, y yo creo
que eso no es normal", indicó.
"Lo que le está pasando al planeta es por nuestra culpa; lo malo es que
no todos se dan cuenta y siguen botando basura o también desperdiciando
agua y luz", expresó José Lozada, del colegio San Francisco de Asís.
Datos puntuales
En Guayaquil, la temperatura ha registrado un incremento de alrededor de 1° centígrado.
El estero Salado tiene en sus profundidades aproximadamente 1,5 metros de sedimentos tóxicos.
Diariamente, se extraen del Estero entre 14 y 15 toneladas de desperdicios arrojados por personas e industrias.
La vegetación considerada densa representa el 27% del territorio de Guayaquil.
Esa flora está constituida por 74 mil hectáreas de áreas protegidas, 11
mil hectáreas de bosques protectores y 27 mil hectáreas de manglar.
Fuente:
Diario Hoy