En el principal puerto ecuatoriano, cientos de reptiles ancestrales, las iguanas, viven en diferentes parques, en el malecón, en los esteros, pero de manera en especial, en el hoy conocido como el “Parque de las Iguanas”.
La iguana verde, especie faunística característica del estero Salado que ha convivido con el desarrollo urbanístico de la ciudad durante varias décadas, es conocida como iguana de Guayaquil y junto con el mono, son símbolos que identifican a los guayaquileños.
Guayaquil es la ciudad-puerto motor de la economía del Ecuador, de clima tropical, naturaleza privilegiada por su flora y fauna; de gente amable, vivaz, creativa y dinámica. Durante décadas, la población de iguanas era voluminosa por los grandes ramales del Estero Salado y los ríos Daule y Babahoyo que forman el Guayas. La depredación de los manglares por el crecimiento de la ciudad llevó a los ejemplares a vivir en parques con árboles frondosos o en algunos que están cerca del agua.
En el centro de la urbe, frente a la Iglesia Catedral, se encuentra el llamado Parque Bolívar conocido también como Seminario que data de 1889 cuando en la llamada Plaza Bolívar, se erigió el monumento ecuestre en homenaje al Libertador y, luego en 1895, el filántropo Manuel Seminario donó el enrejado para cercarlo, la glorieta, bancas, entre otros detalles que, más de un siglo después, aún existen en el lugar.
El Parque Bolívar tiene actualmente entre sus mayores atractivos cientos de iguanas que durante el día, con una temperatura de más de 32 grados descienden por las ramas para recibir los candentes rayos solares, en el césped, a vista y presencia de los visitantes.
La iguana es un reptil de sangre fría, por eso cuando siente el calor del sol, desciende del árbol, busca lugares despejados y toma su pose característica, con la cabeza levantada, mostrando el pliegue debajo de su garganta y se queda erguida y sin moverse durante al menos una hora, así recupera sus energías. Este animal es vegetariano y pasa más tiempo asoleándose que comiendo.
En Guayaquil existen abundantes poblaciones de estos reptiles y se encuentran en plazas, en otros parques, en el malecón, cerca de los manglares, pero, es en el Parque Bolívar en donde hay una mayor población de estas especies. En el sitio se ve a padres con sus hijos contemplándolas; a las parejas y las iguanas alrededor, a los ancianos conversando o leyendo y, a sus pies o en las banquetas, los reptiles. Allí tienen una convivencia diaria con los visitantes, deambulan en forma pacífica y se aproximan a las personas sin sentir amenaza alguna.
La explicación que da don Miguel Torres, de 68 años de edad y 20 años como lustrabotas del parque es muy simple: “aquí nadie las ataca o se las come, más bien las alimentan, aunque está prohibido”.
Un símbolo de los guayaquileños
La iguana representa una especie animal endémica de la ciudad que incluso la identifica turísticamente. Existe, en homenaje a su permanencia, en la avenida Las Monjas, al norte de Guayaquil, en la plazoleta de un pequeño centro comercial, un gran y hermoso monumento a este reptil que forma parte de la idiosincracia guayaquileña. El autor de la obra escultórica es el artista quiteño Juan Sánchez, quien aplicó en ella una técnica de cerámica moldeada.
Cuando visite el Puerto de Guayaquil, no puede dejar de conocer el parque donde las iguanas rememoran a las ancentrales especies ya desaparecidas de reptiles.
Cassia Delgado para Generacion XXI
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