lunes, 23 de enero de 2017

Ismael Zuloaga, el último heredero en el alquiler de botes


El guayaquileño Ismael Zuloaga desde hace 51 años
 alquila botes de remo en las orillas del estero
 Salado. Jorge Martillo Monserrate
Guayaquil, la ciudad del río y del estero, está habitada por personajes con oficios que se niegan a naufragar. Uno de ellos es Ismael Zuloaga Melgar, guayaquileño de 71 años, cuya vida ha transcurrido a orillas del estero Salado. Actualmente es el único que se dedica a alquilar botes de remo en el lugar.
El sábado anterior, Zuloaga estaba bajo una finísima garúa sobre el Malecón del Salado. Cuando el sol se atreve a brillar, también aparecen las personas que desean remar. Él los atiende, entrega los chalecos salvavidas y ayuda a embarcar.
Los botes que alquila tienen capacidad hasta para cinco personas. Si nadie del grupo sabe remar, por un dólar puede contratar los servicios de un remero. El alquiler del bote por media hora tiene un costo de $ 4. La atención de lunes a viernes es de 10:00 a 18:00; sábados, domingos y feriados de 10:00 a 19:00. Actualmente existe una flotilla de 15 botes. Unos son de fibra que por livianos y más rápidos los prefiere la gente joven. En cambio, los clientes de más edad o deportistas optan por los tradicionales de madera y hasta solicitan remos más pesados para que el ejercicio sea más exigente.
Cuenta don Ismael que su historia en el estero comenzó con su padre, Pedro Zuloaga, un carpintero naval que a finales de los cincuenta construyó un bote para averiguar si funcionaba el negocio de alquiler. Las riberas del estero eran el taller de su padre, que en un mes construía un bote. Utilizaba guayacán y guachapelí para la armazón, y las duelas, o sea el forro de la embarcación, eran de laurel. Actualmente la carpintería naval en madera está desapareciendo porque los nuevos botes son de fibra de vidrio.
Al inicio, su hermano Fénix alquilaba los primeros botes y luego él, que era un muchacho de 15 años. En aquella época se sumaron al negocio otros parientes, como su tío Cecilio, y este se convirtió para los Zuloaga en una tradición familiar. En aquellos años también se dedicaban a esta actividad Alfredo Lam, Timoleón López, Heleno Quinde, Alfredo Parrales y don Panchana, todos ya fallecidos. Entre todos formaron una flotilla de setenta botes.
Invito a los jóvenes a practicar el remo; a la familia a que disfrute de este espacio de recreación. Durante el paseo en bote podrán disfrutar de la flora y la fauna”.
Ismael Zuloaga Melgar, alquila botes
Los visitantes pueden disfrutar de los paseos
en bote por el Estero Salado desde las 10h00
Zuloaga evoca los años sesenta, cuando los fines de semana el Salado era un balneario que acogía muchísima gente. Comenta que durante los meses de invierno el calor era tan fuerte que la gente se bañaba hasta en la noche. En aquellos años funcionaban los restaurantes La Carpa, El Pío Pío y en la ciudadela Ferroviaria, El Barquito de Daniel Santos.
Durante las fiestas octubrinas, hasta los años setenta, se organizaban competencias de remo desde la fábrica de San Eduardo hasta el puente Cinco de Junio.
Zuloaga asegura que tanto era el auge del remo que por años se organizó un campeonato intercolegial. Siempre el campeón era el Vicente Rocafuerte, aunque la última edición la ganó el Ati II Pillahuaso.
A partir del 2004, cuando se inauguró el nuevo Malecón del Salado, Zuloaga con sus botes están en el actual muelle y desde que se inauguró la fuente luminosa, el público llega a alquilar botes al final de la tarde para tomarse fotos con esta de fondo.
Ismael Zuloaga, el último heredero de una tradición tan guayaquileña como nuestro estero Salado. (I)
 Fuente

sábado, 21 de enero de 2017

En el Guasmo las aguas servidas caen en el estero

SEGÚN EL MUNICIPIO, EL 92% DE GUAYAQUIL TIENE COBERTURA DEL SERVICIO


Viviendas ubicadas al pie del estero Cobina descargan directamente los desechos líquidos sobre el espejo de agua. Foto: William Orellana / El Telégrafo
Las cooperativas Derecho de los Pobres y Pablo Neruda están asentadas cerca de canales y ramales del Salado.

Las familias de las cooperativas Derecho de los Pobres y Pablo Neruda, en el Guasmo Sur, mantienen deficiencias de alcantarillado sanitario desde hace 4 décadas. 

No muy lejos de estos sectores, en Las Esclusas, el Municipio de Guayaquil construye una planta para tratamiento de aguas residuales que receptará las recargas de aproximadamente un millón de habitantes del sur de la ciudad (Suburbio Oeste, Isla Trinitaria, Guasmo, entre otros). 

Por ello, para los habitantes de las cooperativas mencionadas, es básico que Interagua verifique que todos los domicilios de la zona estén conectados a la red sanitaria. 

En el caso de Derecho de los Pobres, hay una zanja en la que circulan desechos líquidos de origen doméstico. 

Mauro Suárez habita en este lugar, en la manzana 35, desde que se estableció como asentamiento popular, “cuando todo era lodo”. Para acceder a su vivienda, improvisó un puente con caña guadúa y algo de madera. Sus vecinos procedieron de igual forma.

 El servicio de agua potable llega a través de una delgada tubería de plástico, de color azul, que bordea el puente para evitar el contacto con el agua residual que circula casi tres metros más abajo del nivel de las casas. 

  Algunos de los domicilios están conectados a la red de alcantarillado mientras que otros descargan directamente en la zanja.

Suárez aspira a que Interagua se decida a construir un ducto cajón como ocurrió en sectores aledaños. “Sería la única solución para terminar con esta pestilencia”. 

Los habitantes afirman que la concesionaria viene ofreciendo una solución desde hace 5 años, pero no ha cumplido. 

Hasta el último trimestre del año pasado, el Cabildo sostuvo que el 92% de la ciudad contaba con alcantarillado sanitario y, para alcanzar el 100%, se comprometió a ejecutar obras en 13 parroquias urbanas. En este plan, además de la planta en Las Esclusas, se incluyó la rehabilitación integral del alcantarillado sanitario del Suburbio Oeste, mediante técnica robótica, sin perforar el pavimento y sin zanjas, para mejorar el servicio a 325 mil habitantes. 

 Sin embargo, en el sur de la ciudad aún no se corrigen las deficiencias en la red. Es el caso de la cooperativa Pablo Neruda, ubicada al pie del estero Cobina. Hacia el lado oeste del sector hay un pequeño ramal en donde el agua aparece de un tono verdoso y con hedor penetrante. 

Desde la orilla que bordea la cooperativa se observan las casas que descargan directamente los desechos líquidos en el espejo de agua. 

El problema es fácilmente detectable en las riberas de los esteros Salado, Mogollón, Del Muerto, Cobina y Puerto Lisa, donde habitan aproximadamente 34 mil familias. José Luis Peña, de 36 años, morador de la cooperativa Pablo Neruda desde hace tres décadas, admite que existe muy poca preocupación por el daño ambiental por parte de sus vecinos.

 En el sector, la red de alcantarillado llegó desde hace casi una década, pero no todos los domicilios están conectados. Peña se queja de que este proceso cuesta aproximadamente $ 200, lo que está fuera de su alcance. 

Cuenta que ha pedido apoyo a Interagua para que le realice la conexión y pagar el costo “en cuotas en las planillas”. 

Desde el jueves, este Diario solicitó a Interagua, a través de varios medios, información sobre las redes de alcantarillado sanitario de las cooperativas Derecho de los Pobres y Pablo Neruda, del Guasmo Sur y los controles que se efectúan en las zonas, pero hasta el cierre de esta edición no se recibió ninguna respuesta. (I)

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miércoles, 18 de enero de 2017

15 damnificados por el colapso de viviendas en la ribera del Estero Salado


Cerca de 15 personas quedaron damnificadas tras el derrumbe de 3 viviendas en la ribera del estero Salado, en el sur de Guayaquil. Las lluvias, el suelo inestable y material débil de las casas provocaron el colapso.

Ángel Montaño cuenta que vivía en el sitio con su esposa y 4 hijos y afortunadamente no resultaron heridos.

Al lugar llegaron delegaciones de entidades gubernamentales. Jorge Rubio, director distrital del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), dice que las casas se levantaron sobre suelo blando y húmedo, a la orilla del estero.

Las autoridades consideran esta zona como uno de los puntos vulnerables de la ciudad, sobre todo, en invierno.

En las próximas horas se pronunciará la Dirección de Riesgos del Municipio de Guayaquil.

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Tramo 6 del Estero Salado fue inaugurado por el Presidente Rafael

El Presidente Rafael Correa inauguró el tramo 6 del Parque Lineal del Estero Salado, ubicado en la Isla Trinitaria, en el suroeste de Guayaquil.

En medio del cariño de los habitantes, el Jefe de Estado recorrió parte de este tramo de 3,2 kilómetros y un área de 41.000 metros cuadrados, con el que se recuperó otra parte importante de la ribera del estero.

“Que bueno que podamos entregar este Parque Lineal, qué bonito que la gente tenga vista al Estero Salado. Antes habían casas sobre el agua que tapaban la vista y tiraban las aguas servidas al estero, hoy he visto agua más limpia pero todavía falta muchos por hacer”, dijo el Mandatario.

El Presidente señaló que esta obra y la recuperación del estero es responsabilidad municipal; sin embargo acotó que ante la desesperación de que no se atendía y se destruía la belleza de la urbe porteña, se decidió intervenir con el programa Guayaquil Ecológico.

El Mandatario también se refirió a la ausencia de áreas verdes que existe en Guayaquil, la que dijo tenía todo para ser una de la ciudades más bellas del mundo. “Se destruyó todo eso por el desorden urbano, se contaminó el Estero Salado, se poblaron los cerros, el río Guayas nunca se los aprovechó y a la Isla Santay nunca se la incorporó”.

Explicó que el Gobierno Nacional está empeñado en rescatar las bellezas naturales de la ciudad, a través del proyecto Guayaquil Ecológico,  que tiene tres componentes: la Isla Santay, el Parque Samanes y el Estero Salado.

La recuperación de este último, dijo, es el más duro y comprende la construcción de 41.2 kilómetros de Parque Lineal y la reubicación  de 3.478 familias.

Con el tramo 6 suman alrededor de 14 kilómetros de longitud de recuperación, con una inversión de alrededor de 23 millones de dólares.

Tan solo en el tramo 6 la inversión asciende a 4’238.000 dólares. Previo a la construcción de este tramo se realizó la limpieza de la ribera a un costo de 230.000 dólares y la reubicación de 64 familias.

Esta obra beneficia a las cooperativas: Mandela, Trinitaria Norte, brisas del Salado, 4 de Marzo, Madrigal, Independencia 1 y 2, entre otras.

La obra comprende 15 áreas para juegos infantiles, cuatro canchas de uso múltiple, 13 equipamientos biosaludables, 15 escalinatas con acceso al estero, camineras, 35 pérgolas, 203 bancas, alumbrado público y mobiliario urbano.

Estos espacios ahora son ocupados por cientos de personas, como Roxana Hurtado, quien expresó su satisfacción de contar con áreas de esparcimiento cerca de su vivienda. “Antes esto era lleno de basura y ahora que tenemos el parque estamos contentos porque los niños pueden jugar y la gente puede ejercitarse”.

Sus espacios favoritos son las canchas de uso múltiplo, en donde dijo puede jugar indor junto con sus vecinos.
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viernes, 13 de enero de 2017

Patrimonio pierde valor en el barrio del Salado

En la actualidad se observan viviendas históricas en completo abandono que son utilizadas por chamberos. 

Redacción Cultura

Patrimonio pierde valor en el barrio del Salado Una de las casas patrimoniales
 fue desmantelada por presuntos delincuentes porque está deshabitada.
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
 El barrio del Salado fue fundado, en los años 20 del anterior siglo, por familias acomodadas de Guayaquil. Su ubicación geográfica era considerada privilegiada por su clima fresco, dada la cercanía al estero Salado, que en esa época no estaba contaminado. 

En 2011, el entonces Ministerio de Patrimonio hizo la declaratoria patrimonial de la Arquitectura del siglo XX a 49 edificaciones construidas con estilos europeos, ubicadas en el lugar que es considerado uno de los más emblemáticos de la ciudad. Algunas de ellas, en la actualidad, lucen deterioradas y fueron convertidas en basureros y en escondites de personas para delinquir. 

Por ejemplo, el edificio Vihcar del Consejo de la Judicatura, situado en Tulcán y Luque, está abandonado y fue desmantelado por la delincuencia. Ahora sirve de guarida para los chamberos.

 En igual situación de descuido se encuentra otra casa patrimonial, que originalmente perteneció a la familia Roca, asentada en plena avenida 9 de Octubre y José Mascote. Ambas propiedades integran la lista de bienes inmuebles patrimoniales de la ciudad, en un circuito arquitectónico “producido entre 1911 y 1978”.

  
Lucho Mueckay, director de la Regional 5 del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), indicó que en cumplimiento al Acuerdo Ministerial # 234-2011 se implementaron varias gestiones encaminadas a la recuperación urgente de las viviendas, a través de un crédito de $ 5.000 y, además, se brindó asesoría técnica a los moradores. 

Sin embargo, la mayoría de los propietarios no tuvo ningún interés de recibir este beneficio, pues muchos se cambiaron de residencia y otros fallecieron. 


“A diferencia del barrio Orellana y la Numa Pompilio Llona, donde aceptaron el incentivo económico para hacer arreglos, en el barrio del Salado no hubo una buena acogida”, explica Mueckay, quien aclaró que son los dueños los que deben intervenir en las mejoras de la infraestructura por ser un bien particular. 

La arquitecta Heidi Anchundia, del INPC, asegura que durante cuatro meses visitaron el barrio e hicieron mesas de trabajo para explicar los beneficios de la declaratoria, pero “no hubo un deseo de participación”.

 A pesar de esa negativa, la casa de la familia Bucaram, ubicada en Tungurahua y Luque, fue restaurada. Actualmente funciona el Consulado de España. 

En la casa de la familia Cedeño Amador, en Esmeraldas y 9 de Octubre, se presentan obras en el Teatro El Altillo.

 Gustavo Rivadeneira, dirigente del Comité de Moradores del Barrio del Salado integrado por 2.632 vecinos, indica que la labor que hizo el INPC fue vigilar que no se sigan demoliendo casas patrimoniales y transformándolas en bodegas, galpones o tugurios comerciales. Sobre su acercamiento con el Municipio de Guayaquil,  Rivadeneira afirma que el alcalde Jaime Nebot atiende sus requerimientos y necesidades.  

Sin embargo, el dirigente expresa que en lo que no se ha logrado avanzar es en respetar el concepto de patrimonial, puesto que ciertos funcionarios municipales, por desconocimiento, consideran “que nuestro barrio no lo es”.  También hay edificaciones no  patrimoniales que fueron abandonadas, las cuales deben ser expropiadas, demolidas y, en su lugar, tendrán que edificarse áreas verdes y deportivas -que requiere el sector-, como consta en un pedido de los habitantes. 

Rivadeneira expresa que el departamento de Justicia y Vigilancia del Municipio de Guayaquil debe asumir su responsabilidad y, basándose en el Cootad, tiene que actuar en materia del uso de suelo. “El barrio está sumido en mucho desorden y se está convirtiendo en un mercado negro de piezas para vehículos”, dice. 

La historiadora española María Luisa Laviana manifiesta que todo sector urbano o propiedad que pase de los 60 años de antigüedad, automáticamente pasa a considerarse patrimonio arquitectónico. “El barrio del Salado cumplió ya 88 años de antigüedad y debe ser orientado hacia el turismo y la cultura. Hace seis años apoyamos esta iniciativa y defendemos su declaratoria”, expresa Rivadeneira. (I) 


 Datos 

El barrio del Salado se comenzó a poblar en 1928. Sus primeros habitantes fueron las familias García Riera, García Domenech, Illingworth, Icaza, Bucaram, entre otras. 

En el lugar funcionan dos colegios centenarios, Vicente Rocafuerte y Rita Lecumberri, y los conservatorios Antonio Neumane, Manzano, Federico Chopin, el Museo Presley Norton y el Teatro El Altillo. 

Residieron varios expresidentes de la República, como Carlos Julio Arosemena Tola, Carlos Julio Arosemena Monroy, Juan de Dios Martínez Mera.

 Habitantes que promovieron la cultura: Guido Garay, el rescatista de la identidad montubia. También el historiador Carlos Calderón Chico y hasta la actualidad vive el historiador Ezio Garay Arellano, candidato al Premio Eugenio Espejo.

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