miércoles, 21 de julio de 2010

Ocho casas cedieron ante el Estero Salado

El Gobierno ayudó a los afectados con atención médica, entrega de vituallas y alimentos


El drama de las ocho familias a las que el estero se les llevó sus casas, el  sábado anterior, continuaba  hasta ayer.

Son más de 30 las personas  que ahora están en la indigencia; ellas vivían  en la cooperativa Esmeraldas Libre, en las Malvinas, y lo perdieron todo cuando sus endebles casas de caña cedieron ante  las aguas del Estero Del Muerto.

Hasta el sitio llegó ayer  el gobernador del Guayas, Roberto Cuero, quien  comunicó a los  afectados que serán tomados en cuenta en el proyecto “Guayaquil ecológico”, que busca recuperar el Estero Salado.

“Queremos resolver este problema de forma integral, por eso no se volverá a construir en este sector. He dado la disposición de que sean favorecidos con el plan habitacional Socio Vivienda, en Nueva Prosperina”, manifestó la autoridad, e insistió en el  peligro que corren si vuelven a invadir el lugar.    

A los perjudicados  les fueron entregadas raciones de alimentos para una semana,  informó Yuri de Janón, coordinador provincial de respuesta de la Subsecretaría Nacional de Gestión de Riesgos.

Asimismo, el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) les dio vituallas (colchón, sábanas, almohadas y artículos de aseo personal).

Mónica Becerra, directora  provincial del MIES, dijo que los afectados -por decisión propia- se quedarán  con familias que los han acogido, pues se niegan a ir al  albergue del Buen Vivir, ubicado en Lizardo García y Gómez Rendón.

Yuri Patiño, director provincial de Salud del Guayas,  sostuvo que se brindó atención médica oportuna a las personas que lo necesitaron.

 Ese fue el caso de Bolívar Rodríguez Vargas, de 21 años, quien fue trasladado al hospital Guayaquil, por presentar un traumatismo craneoencefálico y una rotura en el cuero cabelludo. Por su estado de salud estable   fue dado de alta ayer.

Luz América Solís, quien resultó herida en su brazo izquierdo por salvar a sus pequeños hijos de caer al estero, se mostró agradecida por la ayuda que recibió.

“Recién tengo siete meses viviendo aquí y me sucede esta desgracia”, expresó. Justificó su permanencia en el lugar  debído a que no tenía dinero para continuar pagando el alquiler de una casa.  

A través de los Equipos Básicos de Salud (EBAS) se determinó que  38 es el número   de personas  damnificadas.

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