domingo, 31 de julio de 2011

Descargas al estero siguen a once años de plan para recuperarlo

Uno de los canales que vierten aguas contaminadas está
en el sector de Las Malvinas, al sur de la ciudad.
En asentamientos informales como el ubicado en un sector de
Las Malvinas se convive con desfogues de aguas servidas.
Descargas de aguas domésticas e industriales, alfombradas de basura en algunos casos, continúan fluyendo sin control hacia el estero Salado, que con sus cientos de ramales serpentea la superficie urbana y rural del cantón Guayaquil.

Estos drenajes hacen que su recuperación aún sea una tarea pendiente para el Municipio, que tiene la competencia de controlarlos.

La contaminación de este brazo de mar persiste luego de que en 1998 se contrató en la administración del extinto alcalde León Febres-Cordero un estudio realizado por el consorcio Lahmeyer-Cimentaciones que conllevó a la elaboración del plan de recuperación del estero, que se entregó a la actual administración de Jaime Nebot a inicios del año 2000.

En este análisis se determinó que la principal fuente de contaminación del estuario son las descargas de aguas residuales sin tratamiento respectivo. En porcentajes, se estableció que el 65% depende de los residuos domésticos y el 35% de los lodos industriales. Parte de este estudio, que costó 1,3 millones de dólares, se financió con un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La principal recomendación del consorcio fue interceptar estas descargas de aguas residuales para integrarlas al sistema de alcantarillado sanitario que desfogue estos residuos tratados al río Guayas o sus afluentes como el Daule.

Once años después, las descargas continúan fluyendo al estero, aunque el Municipio asegura que en ese tiempo unos 400 mil hogares se han integrado a la red de alcantarillado sanitario en sectores como isla Trinitaria, Guasmos y varias zonas del suroeste de la ciudad en las parroquias Ximena y Febres Cordero.

Pese a estas obras de alcantarillado, algunos de los habitantes que han invadido por décadas las riberas de los ramales del estero refieren que conviven con los nauseabundos olores, sobre todo cuando el sol calienta con fuerza.

Mascotas muertas que flotan en cartones y desperdicios de todo tipo fluyen por uno de los canales de aguas putrefactas que aún se descargan en la zona del suburbio, en el suroeste de la ciudad. “La basura entra y sale en medio de un olor que no aguantamos”, refiere Rosa Reyes, quien ha vivido 32 de los 52 años que tiene en el sector de la 19 y El Oro. Ella advierte que la concesionaria Interagua instaló un sistema de alcantarillado, pero las mejoras aún no se observan porque se sigue descargando directamente al Salado.

Mientras, las gallinas y otras aves picotean sobre aguas blanquecinas que se descargan al estero en cooperativas como Nigeria y Esmeraldas Chiquito, en el sector de la isla Trinitaria, al sur de la ciudad.

En la primera cooperativa hay una zanja cubierta de lodo por la que corre un hilo de agua que emana olores pestilentes. Haydé Estupiñán, esmeraldeña con cinco años en el lugar, admite que los habitantes lanzan sus aguas servidas al estero.

El director de Medio Ambiente del Cabildo, Camilo Ruiz, se limita a realizar un recuento de las obras de alcantarillado sanitario realizadas y las que están en proceso, ante una serie de interrogantes planteadas por este Diario en torno al problema.

El funcionario agrega en un correo electrónico que se ha trabajado con los fondos disponibles (no especifica cuánto), lo que deja en evidencia que lo asignado ha sido insuficiente para contrarrestar la contaminación. Afirma que cada año se identifican nuevas descargas y se les da un plazo a las fábricas para que se conecten al sistema de alcantarillado que desfoga las aguas servidas al río Guayas previo al tratamiento.

Pero Wilson Benavides, profesor de Ecología Aplicada de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, indica que las descargas clandestinas al estero se mantienen. “Por más oxigenación y depuración de bacterias que se haga (refiriéndose al proyecto Guayaquil Ecológico que ejecuta el Gobierno a la par de las obras de alcantarillado que hace el Municipio para paliar la contaminación), va a ser básicamente imposible conseguir un mejoramiento del estero a no ser que se suspendan estos desagües”, agrega.

Los asentamientos informales sobre las riberas del Salado han empeorado la situación de sus ramales en estos últimos once años. Pilar Macías es una de las miles de personas que se han asentado en las riberas del estuario. Ella vive desde hace cinco años en una casa de caña que se levanta al pie de un mar de basura que cubre uno de los ramales en la calle 19 entre El Oro y el estero Puerto Lisa, en el suburbio oeste. Su casa cuenta con pozo séptico para evacuar sus aguas residuales.

El estudio del consorcio recomendaba también la evacuación de estos asentamientos informales para mejorar la calidad del agua, una medida calificada como de alto impacto social. Aunque se advertía que esto último se justificaría cuando se eliminen las principales fuentes de contaminación.

Cifras: Extensión del estero e inversiones
70 Kilómetros. Ese sería el largo del estero Salado y sus ramales si sus curvas se extendieran en línea recta. Este cuerpo de agua forma un laberinto de unas 338 hectáreas dentro del cantón Guayaquil.

$ 4,7 Millones. Esa es la suma que el Cabildo señala que se ha invertido desde el 2009 hasta lo que va del 2011 en la recolección de la basura que flota en los ramales del Salado y en controlar las descargas industriales.

Detalles: Sobre contaminación
Desagües clandestinos
A las descargas clandestinas en el estero Salado se suma otro problema de contaminación, se trata de que “los altos volúmenes de descargas que cumplen los parámetros permitidos por la ley (y que desembocan en los ramales del Salado) rebasan la capacidad natural de degradación que tiene este brazo de mar”, asegura Wilson Benavides, profesor de ecología aplicada de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo.

Basura
A las aguas turbias del Salado se vierte un promedio de 3,5 toneladas de basura cada día. Eso sumado a lo acumulado durante décadas implica que deben recogerse unas 350 toneladas al mes, que es lo que el Municipio tiene previsto recolectar.

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