El grupo en la dinámica de inicio. |
Las plántulas más grandes se colocaron cerca del estero. |
Se juntaron frente al centro comercial Albán Borja desde las 08:00. La iniciativa surgió del grupo Amigos del estero Salado, que desde el 2010 trabaja por la recuperación de este brazo de mar.
La red Facebook sirvió para convocar a los interesados que a las 09:00 dieron inicio a la jornada con un canto. Guiados por Mercedes Lindao, estudiante de la Facultad de Ciencias Naturales de la U. de Guayaquil caminaban en círculos tomados de los hombros. “¡Pero cantemos fuerte para que lo escuche la madre naturaleza!”, exclamó la joven de 19 años. Tras ella todos repetían el cántico: ¡El ciempiés es un bicho muy raro!
Luego de equiparse con botas, gorras, guantes y repelente, Mercedes y Raúl Gadea, otro estudiante y miembro del grupo, explicaron el proceso de siembra. La tierra de encima tiene más contaminantes por eso hicieron huecos profundos clavando ramas sin dificultad por el terreno lodoso. Entre cada plántula se dejó un metro y medio de distancia. Las más pequeñas se colocaron en las lomas y las grandes cerca del estero. “Trajimos el mangle desde Puerto Hondo, un ecosistema limpio. Queremos ver si se adaptan y si funciona tenerlo presente como método de oxigenación para recuperar el estero”, explica la promotora del grupo, Mónica Solano.
Sol Cifuentes, miembro de la agrupación, indica que hace una semana visitaron el lugar y notaron que era apropiado para la reforestación, por lo que pidieron la autorización del Ministerio del Ambiente para sembrar. “Hace falta mangle y no está tan contaminado como otros sectores”, acota. Sin embargo, Gadea dice que la falla de este brazo de mar es precisamente su contaminación por metales pesados como el plomo. Esperan que con esta actividad mejore la vida en el lugar.
Los asistentes aprovecharon la reforestación para limpiar el área de la siembra. Recogieron fundas, desechos y bolsas de comida, retazos de ropa e incluso un mouse.
En total sembraron 80 plántulas de mangle rojo en su mayoría y algunos blancos y negros. “Los mangles que existen ahora son los que se han adaptado a la contaminación”, indica Gadea, quien asegura que si el plan funciona pretenden presentarlo en foros nacionales e internacionales para rescatar otros ramales del estero.
Luego de la siembra pintaron un mural ecológico para recordar que el estero no es un lugar de desechos, sino un área a ser rescatada.
“Es algo que nunca había hecho. Me gustó la siembra porque es una forma más activa de cuidar el medio ambiente”.
BORIS SOTOMAYOR, de los Brigadistas Turísticos
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