A los doce años, mientras jugaba en el parque acuático Viernes Santo, en la Fragata, le llamó la atención el paso de unas canoas por el estero Salado que estaban siendo guiadas por niños. Ahí nació la curiosidad de aprender este deporte.
Sus padres apoyaron su iniciativa y empezó a practicar en la escuela municipal de canotaje, en ese sector. Los primeros días se caía al agua todo el tiempo, en su intento por mantener el equilibro en la canoa. Al poco tiempo, con disciplina y perseverancia, empezó a competir en el país. Su estímulo fue creciendo porque veía los resultados del esfuerzo, que no solo la llenaban de satisfacción sino que dejaba en alto al país en el exterior.
En seis años, la guayaquileña Anggie Avegno, hoy de 18, ha sido cuatro veces campeona nacional del 2010 al 2014; campeona Panamericana (Brasil) y Mundial (Francia) en el 2012; obtuvo el primer lugar en los Panamericanos (Puerto Rico) y en los Juegos Bolivarianos (Perú) en el 2013; el mismo año ganó la presea de plata en el Sudamericano (Chile) y en el Mundial (Canadá).
En lo que va del año ha ganado oro en los Juegos Sudamericanos (Chile) y en la Copa del Mundo (Italia); el segundo lugar en el Mundial sénior en Hungría y en los Juegos Panamericanos en México.
Por su aporte deportivo al país, ella recibió un reconocimiento del Gobierno Nacional, el 9 de octubre, en la sesión conmemorativa por la independencia de Guayaquil.
“Me siento feliz. Cuando subo a mi canoa me siento libre, es otro mundo, lo que me pase, preocupaciones, todo desaparece en el agua. Ahí solo importa concentrarme para ganar”, dice la joven, en el club náutico, en donde entrena a diario.
Una parte importante de su entrenamiento es obtener fuerza en brazos y piernas. Subir corriendo el cerro de Bellavista es una de las tareas.
Por el ritmo de vida que tiene en su preparación y participación en al menos seis competencias cada año, ella ha perdido algunos momentos importantes de su vida. El que más recuerda con nostalgia es que no pudo graduarse de bachiller con sus compañeros.
“Cuando ellos estaban dando los exámenes de grado, yo estaba entrenando en Argentina y cuando ellos recibieron su diploma de graduados, el mismo día yo competí en Chile. Entendí que no debía estar triste porque estaba representando al país”, expresa la joven, que meses después se graduó.
Ella se considera fuerte y hasta ahora solo una vez, afirma, ha llegado a su límite. Le ocurrió en la competencia de Canadá en el 2013, sus maletas se extraviaron (con sus implementos deportivos) y se enfermó, le dio fiebre, gripe y le salieron ronchas en el cuerpo.
“Yo me preparé, sabía que ese mundial era mío, pero me pasaron esas cosas”, dice. Pese a ello logró el segundo lugar.
Su familia, afirma, siempre la ha apoyado, incluso su hermana, de 9 años, quiere seguir practicando ese deporte.
Ahora, Avegno se prepara para los Juegos Panamericanos en Toronto, el próximo año, y se alista también a seguir su otra meta: estudiar la carrera de Comunicación Social en una universidad, a distancia.
Todo deportista está lleno de sacrificio, he dejado eventos familiares y sociales, pero prefiero entrenar. Si quiero llegar alto, debo priorizar. Esto es lo que amo”.
Anggie Avegno, deportista
Fuente: El Universo
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