Todo quedó flotando en las aguas
del estero Salado, a la altura de las calles 40 y Argentina, en el
suburbio de Guayaquil. Una pequeña vivienda de cemento, construida hace
35 años, colapsó en tan solo unos minutos.
Eran las 23:15 del último domingo, cuando Marcos Victorino se disponía a descansar solo, pues sus familiares habían ido a una fiesta en casa de otros parientes donde iban a dormir.
De repente sintió una fuerte vibración por la que se levantó de su cama, ya que presentía que algo malo pasaría. Pese a su rápida reacción las paredes y el techo empezaron a caerse, dejándolo atrapado en la orilla del estero.
“Quedé bajo todos los escombros, un ladrillo me cayó en la cabeza, pero mis vecinos me ayudaron a salir. Gracias a Dios mis dos sobrinas pequeñas no se encontraban en casa porque a lo mejor estarían muertas”, relató Victorino, aún nervioso. Agregó que agentes del orden llegaron y le ayudaron a salvar unos pocos enseres. “El televisor lo cogieron cuando ya se lo llevaba la corriente. Como siempre hubo personas que se quisieron aprovechar de la desgracia e intentaron robarse las cosas, pero la Policía lo evitó”, continuó el afectado.
Victorino comentó que son muy pobres y que la desgracia ahora los dejó en la calle. “Soy comerciante. Compro productos en el mercado de la A para venderlos en las calles. Solo tenía 30 dólares en mi cuarto y también se fueron flotando”, acotó, mientras sostenía las radiografías que le practicaron en el hospital Guayaquil. Las noticias fueron buenas, ya que no sufrió ninguna fractura, solo golpes.
“No pude dormir del dolor. En un colchón pasé toda la noche con ropa que me prestaron los vecinos, pues la mía estaba completamente mojada”, manifestó Victorino.
Otra de las perjudicadas fue Daysi Cajua, hermana de Marcos y madre de las dos únicas niñas que habitaban en la vivienda. Sorprendida por ‘el actuar de Dios’, agradeció que justamente esa noche decidieran quedarse donde una de sus parientes.
Lo que le preocupa ahora es que sus niñas no tienen uniformes ni útiles escolares para retornar a la escuela, donde cursan los primeros años de educación básica.
Carmita Cajua, hermana de Daysi, también resultó afectadas. Ella tiene una hija de 18 años en la que encontró consuelo, pues permaneció a su lado desde el momento en que se enteró de la noticia. Carmen y su esposo se dedican a vender refrescos cada uno en una carretilla. Una de éstas quedó bajo la vivienda y ayer, aproximadamente a las 11:30, cuando bajó la marea, (24 horas después de incidente), lograron sacarla intacta.
Casas cuarteadas
Aparte del inmueble que quedó flotando, tres casas más corren el riesgo de caer. Las paredes cuarteadas y grietas entre los ladrillos se convirtieron en una gran preocupación para los ocupantes de las casas contiguas. En una de ellas viven 15 personas -7 niños y 8 adultos- y ahora la jefa del hogar, América Lindao, aseguró que no podrá descansar tranquila.
Aparte del inmueble que quedó flotando, tres casas más corren el riesgo de caer. Las paredes cuarteadas y grietas entre los ladrillos se convirtieron en una gran preocupación para los ocupantes de las casas contiguas. En una de ellas viven 15 personas -7 niños y 8 adultos- y ahora la jefa del hogar, América Lindao, aseguró que no podrá descansar tranquila.
Los habitantes indicaron que en estos días deben desalojar las casas por ordenanza municipal; sin embargo, manifestaron que eso es casi imposible, ya que no tienen dónde ir. “Nos dicen que alquilemos cuartos a 100 dólares, pero no encontramos un lugar con un alquiler tan barato”, sostuvo Lindao.
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