Dos años después de que el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, anunció la demolición del puente de la A, denominado ahora Pío López Lara, este lunes la contratista Manuel Velasco Terán iniciará los trabajos para desmontarlo y construir uno nuevo.
En agosto del 2009, el Cabildo reconoció que había fallas estructurales en el viaducto que estaba “severamente deteriorado y con riesgo de colapsar”.
“El estribo del puente fallaba, lo detectamos hace un par de años, se hicieron los estudios que determinaron que podía mantener el tráfico, pero se resolvió que lo más conveniente era hacer uno nuevo”, indica el director municipal de Obras Públicas, Jorge Berrezueta.
El año pasado se inició el proceso de contratación y en enero de este año la adjudicación. Previamente la consultora Nuques y Luque Ingenieros realizó los estudios de impacto ambiental.
Pese a las molestias que causará su cierre total por trece meses, moradores de viviendas cercanas al puente de la A, como Lorenzo Alejandro y Juan Chiriguayo, dicen estar de acuerdo con su reconstrucción, pues el solo paso de vehículos hacía temblar sus bases.
“Parece que va a quedar un puente bonito, ya que como está ahora es muy peligroso para quienes transitan por allí”, manifestó Alejandro, quien habita en Callejón de la A y la 12, en una casa cercana al ingreso a este viaducto.
Mientras que Chiriguayo, que vive hace 25 años en la Once y primer Callejón Segura, a pocos metros del lado oeste, opina que “provocará mucha bulla, ya que está muy cerca, pero deben hacerlo, cambiará este barrio”.
Para iniciar los trabajos, la constructora Manuel Velasco Terán recibió un anticipo del 20%. El viaducto cuesta 4’875.761 dólares.
En la obra destacará un arco metálico en forma diagonal y lateral sujeto al extremo de la construcción. Estará cruzado por tubos de acero.
“Es una figura arquitectónica hecha con la intención de mejorar el entorno y que se convierta en un ícono de la ciudad, tendrá un efecto, aunque sea un elemento decorativo, no estructural”, manifiesta Berrezueta.
Estará sostenido por cuatro pilas, cada una compuesta por cinco pilotes prebarrenados recubiertos por una camisa de acero de 1,60 m de diámetro y una longitud de entre 42 y 44 metros, de los cuales 30 m quedarán hincados.
En la esquina de las calles Luis Adriano Dillón y Enrique Maulme habrá jardineras, al igual que en los bordillos de las calles Once y la Décima.
Berrezueta reconoció que la obra “va a ser una molestia terrible para los usuarios, pero no vemos otra alternativa si es que se les quiere dar seguridad”.
Durante esta semana se observó a trabajadores de la contratista Manuel Velasco Terán armando unas balsas de madera mangle, con las que se transportará el material de la demolición hacia las orillas, como parte de las medidas de seguridad para evitar el aumento de contaminación en el estero.
“Se cortará la losa, después con grúa se levantarán esas partes. Antes se pondrá una plataforma de madera debajo del puente para que retenga lo que caiga”, explicó Berrezueta.
Antes de iniciar los trabajos se censó a unas 150 familias asentadas en el sector y que estaban en situación de riesgo, las que hasta esta semana fueron reubicadas por el Ministerio de Vivienda en el plan Socio Vivienda de La Prosperina.
Según el ministro de esa cartera, Walter Solís, en los próximos años se espera construir un malecón al pie de este lado del estero Salado para impedir más invasiones en sus orillas, con lo que se podría recuperar este sector, contaminado por la basura acumulada por años en sus aguas.
Indicó que a comienzos de año se realizaron tomas aerofotogramétricas, que determinaron que a lo largo de las orillas del estero Salado había 3.678 casas, pero un mes después las viviendas se incrementaron a 5.153.
Construcción
El puente de la A tiene aproximadamente 27 años de construido, fue financiado por el desaparecido Fondo de Desarrollo Urbano de Guayaquil (Fodur).
Nombre
El mes pasado fue denominado Pío López Lara, por el Municipio.
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