Las orillas del Salado aún son utilizadas como basureros por habitantes y transeúntes. Los malos olores y la apariencia verdosa del lugar evidencian la contaminación.
Dieciséis familias abandonaron hasta la presente fecha sus casas ubicadas a orillas del Estero Salado, en el sur oeste de la ciudad.Ayer, Jefferson Briones y su perro “Café” recorrieron solos el espacio ubicado en el extremo del puente que colinda con las calles 12 y A, un lugar, sobre las aguas, donde antes vivían ocho familias.
La casa de la familia Briones, una minúscula edificación de caña, es la única que se mantiene en pie.
“Recién nos vamos mañana (hoy) porque mis padres no han podido llevar los muebles a la Nueva Prosperina”, contó el adolescente.
Un cementerio de palafitos, juguetes olvidados, sillas y los restos de una casa construida con cemento quedan en este lado del puente.
El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) prevé que la Dirección Nacional de los Espacios Acuáticos retiren las maderas clavadas en el estero que dejaron las familias tras su marcha.
Basura continúa en el lugar
Las familias que vivían bajo el Puente de la A y en la calle 10ª y Francisco Segura fueron reubicadas porque las características de sus casas los pusieron en una situación de riesgo.
Briones, el único morador que aún permanece en el sitio, dijo que sus vecinos utilizaban las aguas como un basurero.
Aunque las familias se han marchado, las orillas del Estero continúan siendo empleadas por otros vecinos o transeúntes para botar la basura, acrecentando los malos olores característicos del lugar y su apariencia verdosa, densa y negra.
En la orilla ubicada en las calles 12 y la A se ven montículos con fundas plásticas y otros desechos.
Juan Chirigallo, quien vive en la calle 11 y Primera desde hace 25 años recordó, mientras reparaba las piezas de carros en la puerta de su casa, que las aguas del Estero Salado en 1986 aún eras claras.
El vecino afirmó que el carro de Puerto Limpio pasa en tres ocasiones durante la semana, pero “la gente no está atenta al paso del recolector que viene en las mañanas y si no pasa lanzan la basura a las aguas”, denunció.
En la otra orilla del estero, lugar del que partieron cinco familias, una malla separa a las personas del agua. Ha sido colocada por personal de la constructora Manuel Velasco Terán. Esta empresa se encuentra construyendo el nuevo Puente de la A, obra que realiza el Municipio. Actualmente, personal de la constructora se encuentran cerrando el paso al puente. Ellos adelantaron que en una semana empezarán a desmontar la estructura.
Contaminación en la sexta etapa de la Alborada
Lo que de lejos parece un parque ideal para el descanso, se convierte de cerca en un espacio pestilente en la sexta etapa de la Alborada.
Una zanja tan larga como cuatro manzanas del lugar está ubicada en este parque, que tiene una franja para caminar. Los transeúntes pasan apurados, algunos, incluso, se tapan la nariz, tratando de evitar el mal olor que despide el sitio.
Las aguas del lugar son negras y se mueven a través de los dos canales que cubren porciones de la zanja.
En los alrededores ni en sus aguas se observa basura, pero sí un olor podrido que sale de ellas.
Betty Paz y Miño, quien vive frente al parque, se quejó de que desde “hace 28 años hay la misma pestilencia y mosquitos”.
Arturo Barrera, otro vecino del sector, señaló que estos canales funcionan como una zanja de desfogue del Estero Salado.
“Se ha convertido en un dolor de cabeza para todos, el olor a ciertas horas es insoportable”, señala el morador.
Las zanjas de aguas putrefactas son los canales 17 y 18 del Salado.
El lugar está rodeado de maleza y es utilizado por personas que circulan por el sector como un urinario público.
En la zona también hay casas desocupadas y abandonadas por sus dueños.
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