martes, 22 de febrero de 2011

Veinte casas al borde del Salado están en peligro

En la cooperativa Esmeraldas Chiquito se abrió una grieta de 200 m en el suelo, vecinos no se retirarán.
FOTO: ALFREDO PIEDRAHÍTA / El Telégrafo
La grieta ha hecho que los pisos y las paredes de las viviendas
se resquebrajen.

El atronador ruido de los techos de zinc alarmó en la madrugada de ayer a los moradores de la cooperativa Esmeraldas Chiquita, en el sur de la ciudad. De inmediato salieron de sus casas, ubicadas al pie del estero Salado, al constatar que el piso comenzaba a abrirse.

“Eran casi las 02:00 cuando escuchamos un ruido fuerte, enseguida salimos porque creímos que la casa se nos venía abajo”, comentó Lupe Gómez, quien habita en una casa de caña junto con otros seis adultos y tres niños. Asegura que tuvieron que salir rápido, abandonando sus enseres, pues creían que la casa ya se caía al estero.

Como esta, otras veinte familias vivieron momentos de angustia hasta la mañana de ayer, debido a que  en  el suelo se produjeron algunas fisuras tras el accidente.

Algunos incluso recordaron que un hecho parecido ocurrió el año pasado donde se cayeron seis casas al estero, en el sector de Comandante Duro, en la misma cooperativa.

“Eso fue en agosto cuando se cayeron varias casas,  porque la tierra se hundió, igual que ahora”, comentó Narciso Romero, quien vive cerca del lugar de los hechos.

20 Viviendas son las que corren peligro de caer por la grieta que se ha abierto en el terreno.
En el piso se observa una fisura de casi 200 metros de longitud que afectó las endebles casas de caña. La tierra había cedido al continuo movimiento de las aguas del estero poniendo en peligro a quienes  habitan bordeando la orilla.

Pese a ello, algunos aseguran estar acostumbrados a esta situación, pues desde hace diez años construyeron sus covachas al pie del estero y con esfuerzo económico rellenaron el lugar; sin embargo en dos ocasiones el agua erosionó la tierra y las frágiles construcciones cedieron.

Mariela Martínez, moradora, relata que ya no sabe cuánto ha gastado en relleno, ya que cada vez que su esposo coloca piedras o tierra en el piso, el agua se las lleva y otra vez se les hunde la casa, por lo que nuevamente tienen que gastar en más relleno.

A las 09:00, personal de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgo (SNGR) acudió al sitio para constatar la magnitud de los daños en las casas y en la polvorienta vía de ingreso. Tomaron datos del número de personas que habitan en cada casa y desde cuándo están instalados al pie del estero Salado.

Miembros de la Policía Nacional resguardan el lugar desde las 06:00. Los uniformados brindarán a yuda a los moradores.

Pese al peligro, todavía hay quienes se resisten a salir. “Lo que pasa es que la gente no se quiere ir de aquí, prefieren gastar su dinero en poner piedras y rellenar con tierra antes que buscar una reubicación”, comentó Rafael Oviedo, quien dice que ya tiene 12 años viviendo en el sitio, pero que considera que su casa sí está en un área consolidada y que incluso realiza trámites para la legalización. 

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